
Quizás usted no tenga una parcela para sembrar pero le tienta la magia de los cultivos, como a otros compartir con su mascota. Y decide habilitar una terraza, un balcón o –¿por qué no?– su propia sala, el lugar más compartido por toda la familia y sus visitantes.
Tendrá en cuenta que a las plantas no les falte la luz del sol, aunque sea unas horas cada día; la necesitan. Buscará tierra fértil y desgranada, le agregará materia orgánica para completar el alimento que precisan y una o varias macetas de buen ver, porque estarán a la vista de todos, ornamentarán el interior de su hogar.
El único que las produce en La Fe, trabaja y reside en el barrio Las Monjas donde fue buscado, a mediados del siglo pasado, uno de los tesoros de piratas más documentado; en las afueras del poblado. Se nombra Luis Orta Coba, y lleva más de 21 años modelando barro. Su taller es muy modesto, la pretensión está en la obra que sale de sus manos.
Al primer golpe de vista, resalta el tono diferente de sus vasijas, son de un tinte natural muy suave, casi color salmón. “No le agrego ningún pigmento. Amarillea por la calidad del barro y su maduración –me explica–. Lo busco lejos, en La Fuente Luminosa, cerca de Presidio Modelo y lo preparo yo mismo. Ese es todo el misterio”.
Orta pertenece a la cooperativa de créditos y servicios Ovidio Pantoja, y comercializa sus vasijas en un punto de venta a la salida del poblado, en la carretera que va rumbo a Júcaro. “Allí pueden encontrar macetas de cualquier tamaño –promueve su obra–. Casi todo lo que produzco va a las casas de familia. Recomiendo la maceta de barro. Tiene poros, respiran, refrescan y hacen que las plantas crezcan mejor, están en su ambiente, en la tierra porque… eso es el barro. Además, usted puede sacarlas al sol cuando les haga falta, cambiarlas de lugar, hacer composiciones diferentes, transformar un espacio, un decorado… en fin, ¡mil cosas, imposibles en una parcela!”