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Nueva riqueza agrícola toca a la puerta

“Muchos descubrimientos se han hecho por casualidad”, asevera Hilder
Foto:Wiltse Javier Peña Hijuelos

“Hay un parcelero de La Fe que encontró un mineral raro, una especie de fertilizante natural” –me dijeron–. “Búscalo detrás de la primaria José Almuiña, frente al caserío Los Pantojas, a la derecha”. Y allá me fui. Orientado por su vecino más cercano, anduve -llamándolo- cerca de dos hectáreas, bajo un cafetal muy frondoso, sombreado por plátanos y frutales.
“En la última cosecha, le sacó sobre los cinco sacos de café a su conuco” me habían adelantado“. Hay matas de estas –luego, me confirmó él mismo– a las que llevo recogiéndole, cada año, hasta una lata en grano, de las grandes”.
Quien logra estos resultados resultó ser un viejo amigo –aunque no lo sabía al entrar a sus sembrados–: Hilder Parra Gil, “tunero, de Puerto Padre, con más de 40 años en esta isla, asociado a la cooperativa de créditos y servicios José Martí”.
“Aquí tengo sembrado… un poquito de cada cosa en hortalizas y vegetales. Lo necesario para el consumo de la familia, me refiero a lo menos sustancial; pero lo gordo va al Punto de Venta que abastecemos entre todos los campesinos”.
A Hilder, además, le gusta “hacer donaciones a los círculos infantiles, discapacitados, hogar de ancianos, niños con afectaciones oncológicas… Se avisa a los cooperativistas cuándo serán las donaciones, y cada uno aporta lo suyo: granos, viandas, animales; lo que podamos”.
Actualizándonos sobre amigos comunes y familiares, llegamos hasta la alberca rectangular, con una laguna de oxidación, que le abastece de agua. Apaga la turbina y me explica, “cuando se hizo esta excavación, el buldócer extrajo ese mineral a unos dos metros de profundidad y lo fue amontonando alrededor”.
Una tierra –según veo– de grano muy fino, como talco, con ligero color salmón.
“Al poco tiempo, notamos que las plantas crecidas sobre ese mineral… producían mucho y tenían follaje muy grande. Poco a poco aprendimos a utilizarlo. Ahora hacemos el hueco donde vayamos a sembrar, ponemos materia orgánica y encima el mineral que estás viendo. Comprobado, y solo por citar un ejemplo: en plátano fruta del que tenemos aquí… son 10 o 12 manos por racimos, y a esa mata no le entra el Picudo del Plátano, ¡una plaga muy dañina!”
¿Ya llevaste -le pregunto- una muestra a Suelos y Fertilizantes, el laboratorio que está a la entrada de la finca El Abra?
“No –me responde–, prefiero que vengan los especialistas y hagan el examen de la zona, puede haber mucho de ese mineral comenzando a dos metros y vaya usted a saber hasta qué profundidad. Si se trata de un yacimiento importante, determinar la composición y reserva explotable… va más allá de lo que –ni con la mejor voluntad del mundo– pudiera hacer este parcelero”.

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