Costosa y completa remodelación de inmueble. Entorno moderno, limpio y funcional. Alimentación personalizada. Inmediata atención médica o de enfermería

La Casa de Abuelos, para algunos, es la última carta de la baraja. Un almacén de ancianos decrépitos, a final de camino. Mal atendidos, peor alimentados. Jamás un lugar con mejores condiciones de vida de las que puedan tener en sus propias viviendas.
Menos todavía consideran que el “destino”, los errores o la propia existencia mal encaminada… pudieran depararle esa misma suerte. “¿Yo en una Casa de Abuelos? –rechazan–. ¡Los fósforos! ¡Eso no va conmigo!” Pero lo cierto es que parafraseando el aserto médico: cualquiera resbala y cae… en manos de un ortopédico, perdón, ¡en una Casa de Abuelos o un Hogar de Ancianos!
Visto así, lo más probable es que ninguno de los que ahora están acogidos a estas instituciones, imaginó como probable su estancia en cualquiera de ellas. Pero están allí, y por lo mismo, de su convivencia queremos invitarle a ir de la mano y juntos conocer.
I
Lo primero que notamos en la casa de abuelos La Edad de Plata y el Hogar de Ancianos, de La Fe, es que ambos inmuebles acaban de ser remodelados a fondo, resultado de una inversión costosa efectuada por Salud Pública, entidad a la que pertenecen.
Allí todo es nuevo, moderno, limpio, brillante, funcional. Muy superior a sus orígenes constructivos, ser motel del prestigioso hotel Santa Rita, el de los baños termales que hicieran famosa a la Santa Fe de los años cincuenta, tercer polo turístico de Cuba, antecedida solo por La Habana y Varadero.
II
“No tenemos tiempo de aburrirnos -nos comparte Olema Sánchez Petterson, quien se acerca al año de haber llegado a esta institución. Hacemos caminatas, fiestas, motivitos, ejercicios, vienen grupos musicales como el de Mongo Rives, la Casa de Cultura con sus instructores de arte y aficionados.
“Vamos a museos, a la librería y tenemos hasta una minibiblioteca, vemos televisión en un pantalla plana que ya quisiera tener en casa, nos ponen videos… Tenemos actividades bailables, juegos de mesa como dominó o dama, el ajedrez que juegan los que están más claros de mente. Y lo más importante, se nos trata con mucho respeto y consideración”.
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/RECUADRO/
¿Qué falta entonces?
- Recuperar el huerto que antes se tuvo
- Una sicóloga para la atención personalizada
- Los sábados, extender el servicio hasta la comida
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“Tener un huerto resulta entretenido e importante, es terapia ocupacional. Ayuda a que los abuelitos hagan ejercicios, tomen sol y se mantengan activos, refiere Yanet Herrera Estévez, la trabajadora social que atiende directamente esta Casa de Abuelos, “de hecho, teníamos dos parcelas. Una fuera del centro y otra al interior, pero por falta de cercas… los animales entraban y cuando menos te lo esperabas aquello estaba destruido.

“Y era importante también porque suministraba verduras frescas y condimentos. Eso se ha perdido. No así el balance de los alimentos. Ahora recibimos las viandas y vegetales que se producen en el organopónico La Cascada o las cooperativas. Y la dietista tiene muy en cuenta qué puede y qué no puede comer cada abuelito. Se les confecciona el menú diario con platos diferentes, según los padecimientos y necesidades alimentarias de cada uno. Como si dijéramos… un hotelito con menú a la carta”.
Hotelito… donde reciben desayuno, merienda, almuerzo, merienda y comida; de lunes a viernes, menos los sábados, que es solo hasta el almuerzo.
Por todo esto y la atención asistencial, quienes disfrutan de estos servicios deben abonar 792 pesos mensuales. Al mismo tiempo, cobran sus chequeras que en todos los casos están sobre los 3100 pesos, y reciben por la bodega, como el resto de la población, los mismos alimentos que componen la canasta básica.
“Pero somos cuatro o cinco los que estamos pagando –precisa Roberto Peña Labrada, quien lleva varios años acogido a este sistema–: Los demás, están asistenciados, pagan la mitad o nada en absoluto. Todo depende de la situación económica de cada uno”.
Por su parte, el abuelo Erardo Martínez Barroso sostiene que “…los sábados recibimos desayuno, merienda y almuerzo, pero… hasta ahí. La Casa de Abuelos cierra al mediodía y cada uno…tunturuntun, para su casa. Nos convendría más que el servicio se extendiera hasta la merienda y comida de la tarde”.

“Una petición que se conoce y también comparten otros abuelitos
–refiere Briansy Miguel Salgado, activista principal de trabajo social–, pero que no está en nuestras manos resolver.
“Los abuelitos que hay aquí se valen por sí mismos, o sea, que no tienen impedimentos para venir por sus propios pies. Su atención médica es como la de cualquier persona, por el consultorio médico de la familia al que pertenece cada uno. Aquí, si se les presentara una emergencia, viene la doctora o las enfermeras del Hogar de Ancianos, que está a unos pasos, y reciben la atención que precisen hasta trasladarlos, si es necesario, al policlínico o al hospital.
“En cuanto a la sicóloga, cierto que les falta a tiempo completo en esos momentos, pero no del todo. La licenciada Uxnavy, quien desempeñaba esa función, pasó a ser la directora de ambas instituciones, Casa de Abuelos y Hogar de Ancianos. Tiene menos tiempo, pero acude regularmente y atiende a los casos puntuales, los que estén deprimidos, quienes precisen consejo o simplemente necesitan sentir que se les presta atención, que se les oye y están al tanto de sus problemas, reales o imaginarios”.
III
“Fueron campesinos, obreros, profesionales, y no pocos hicieron mucho por la defensa de este país, cumplieron misiones internacionalistas… Pero algunos no tuvieron la suerte de tener hijos o se quedaron sin familia por cualquier motivo, se les murió el compañero o compañera, los abandonó, se fue del país… y vinieron a quedar solos, en la ancianidad –deduce la abuela Olema Sánchez Patterson-– Y ahora están sin compañía, como era mi caso.

Ni imaginar pudieran que para ellos se acondicionó un lugar como este, donde tienen hasta lo que nunca soñaron. Donde el aburrimiento, el mal trato, la rivalidad, las preocupaciones de otras personas, la lucha diaria por los alimentos y la salud por la supervivencia, no existen”.
