Vinos semidulces, otra alternativa

“Buscamos agregar la menor cantidad de azúcar posible”, explica Mariana Rives. Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Nuestro tigre y del cual no podemos descabalgar, es la escasa producción en relación con la demanda. La única solución en las circunstancias a que nos somete el bloqueo es aumentar la producción hasta estabilizar el mercado, incluso abarrotarlo. Sin embargo, los recursos materiales no facilitan el alcance de esta perspectiva a corto plazo.

Pareciera un camino cerrado, como imposible continuar, pero no es así: donde lo material no es mucho, quedan reservas de otra índole. La búsqueda de alternativas es una de ellas.

Esto se propusieron en la Fábrica de Vinos y Aguardientes cuando no tienen alcoholes-base ni el azúcar necesarios para intentar una destilación propia.

“Hemos montado una producción de vinos semidulces porque resultan posibles con un mínimo de azúcar”, ilustra Mariana Rives Rodríguez, la tecnóloga, una pinera de pura cepa por cuyo laboratorio pasa cuanto se elabora en este centro.

Ya sacaron un primer lote a partir de frutas y granos, “de arroz, guayaba, carambola, calabaza y marañón. Y estamos montando otro de guayaba y el primero de piña”.

Su calidad es óptima, basta echar un vistazo a la transparencia y brillantez del producto embotellado que, por cierto, tiene unas etiquetas promocionales de primer orden. Salen todos entre los 13,5 y 15,5 de grado alcohólico; con un grado brix –que les da la categoría de más o menos seco– entre 4,1 y 11,9 porque granos o frutas no aportan un dulzor similar.

Van directo al comercio o se expenden en el punto de venta que se acaba de habilitar a la entrada de la fábrica, donde “hay una garantía mayor de que lleguen al consumidor con toda su calidad porque no sufren con el transporte, la manipulación incorrecta o el cambio de envases”.

En la Fábrica de Vinos y Aguardientes no solo han logrado una alternativa que les permite salir adelante en la coyuntura actual –como es el llamado a todos los colectivos laborales–, se trabaja, además, en un proyecto para rescatar la Casa del Vino de Nueva Gerona. Y su tecnóloga lo concibe de esta manera, “garantizaremos una producción de calidad, con una gama de sabores mucho más amplia. Y el consumidor podrá disfrutarlos con queso de cabra y huevos de codorniz encurtidos, saladitos que ya se producen en el territorio y resultan ideales para su disfrute y presentación gastronómica”.

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