La zanahoria (Daucus carota s. sativus) no es alimento preferido de los conejos, como la promueven ciertos cartones animados, comics o muñequitos. Aunque a estos, no le desagraden.
En consumo humano, se las suele trocear y consumir crudas, cocidas, fritas o al vapor. Así resulta excelente, desde el punto de vista nutricional gracias a su contenido en vitaminas y minerales. El agua es su componente más abundante, seguida por los hidratos de carbono, nutrientes que aportan energía. Y en conjunto presenta un contenido de carbohidratos superior a otras hortalizas.

Su característico color naranja se debe a la presencia de carotenos, entre ellos el beta-caroteno o pro-vitamina A, un compuesto antioxidante que se transforma en vitamina A al entrar a nuestro cuerpo. Asimismo es fuente de vitamina E y del grupo B como los folatos y la B3 o niacina. En cuanto a minerales, destaca por su aporte en potasio, y cantidades discretas de fósforo, magnesio, yodo y calcio.
La zanahoria ayuda a limpiar los dientes y estimula la secreción de saliva, lo que contribuye a una buena digestión.
Cuando hay deficiencia de vitamina A –tómelo en cuenta– se dificulta la visión nocturna ya que el nervio óptico se nutre de ella y una proteína llamada opsina, razón por la cual la zanahoria siempre se ha relacionado con el mejoramiento de esta visión.