
Con todos los títulos y poderes que en las Capitulaciones de Santa Fe se le otorgaron, Cristóbal Colón salió de la barra de Saltes, a orillas del río Odiel, frente a la villa de Huelva, en España, el viernes tres de agosto de 1492.
El seis de septiembre la armada colombina, compuesta por tres carabelas: la Santa María, la Pinta y la Niña, dejó a popa la Isla de Hierro, en Canarias; último punto conocido del hasta entonces inexplorado Océano Atlántico.
El 12 de octubre de 1492 Colón llega a la isla Guanahaní –a la cual bautiza como San Salvador–, una de las actuales Lucayas, primera tierra descubierta en lo que más tarde se llamaría Nuevo Mundo.
De ahí en adelante ya no hubo más casualidad ni descubrimiento –en mi criterio–. Sencillamente, los indios que tomó Colón en Guanahaní, colmados de regalos y atenciones, lo llevaron de buena gana por las rutas de sus antepasados y muy conocidas por ellos mismos.
Eran tantas las isletas y cayos alrededor que el muy Magnífico Señor y Almirante de la Mar Océana, dos días después de topar con la primera tierra antillana, no sabía adónde ir ni cómo salir de aquel laberinto.
Le preguntó entonces a “sus indios”, y estos le indicaron por sus nombres a más de 100.
Por el informe de estos aborígenes, ya pudo escribir en su Diario de Navegación –viernes, 26 de octubre– el nombre de Cuba, antes de encontrarla.
“Dijeron los indios que llevaba que había dellas (se refiere a las islas donde había estado y mencionado) a Cuba andadura de día y medio (…)”.
En varias oportunidades, el Almirante se refiere también a “Juana”, aclarando en ocasiones “la que ellos llaman Cuba”.
Este nombre se debe a la lengua arahuaca, como la entendieron y escribieron los conquistadores. Y fue impuesto por el uso, predominando el original a pesar de los cambios que se hicieran en lo sucesivo.
La armada colombina finalmente arriba a las costas de Cuba el siete de noviembre de 1492. Sí, no se asombre, le fecha es correcta. El “descubrimiento” de Cuba se produjo el siete de noviembre de 1492, pero de acuerdo con el calendario Gregoriano vigente en nuestro tiempo; calendario que suma 11 días al Juliano, en uso cuando Colón. Por eso, la fecha apuntada en el Libro de abordo por el Almirante, y que desde niños sabemos de memoria, es otra: 27 de octubre de 1492.
(*) Miembro de la Unhic