Mago sin varita, ¿hacedor de prodigios?

En un cerro con la cima de apenas ocho hectáreas, había una ciudad, 154 años antes de la era actual. Estaba a unos siete kilómetros de la actual Soria, en España; era Numancia, que con menos de 3 000 guerreros derrotó entonces a 30 000 soldados romanos.

Transcurrieron 20 años, y los intentos del imperio por conquistarla terminaron en derrotas y fracasos. Roma no pudo soportar tal vergüenza, y envió contra los numantinos a uno de sus mejores generales, quien llegó con una estrategia preconcebida: tomaría la ciudad por bloqueo, no por asalto.

Un muro de nueve kilómetros, con ocho pies de ancho y diez de alto, circundó la base del cerro, cortando toda posibilidad de recibir abastecimientos. El invierno fue en extremo riguroso y, sin embargo, los rodeados soportaron 15 meses de asedio. Vencidos por el hambre, prefirieron el suicidio a entregarse, e incendiaron la ciudad para que no cayera en poder de los romanos.

No es el único antecedente al incendio de Bayamo.

En otro cerro, el de Masada, en lo que ahora es parte del estado de Israel, había un palacio construido por el bíblico rey Herodes. Siglos después sirvió de último reducto a los judíos rebeldes, en la Primera Guerra Judeo-Romana.

Allí, los sitiadores, para acercar sus máquinas de guerra, construyeron una rampa de piedras y tierra apisonada que llegaba hasta la base de la muralla. Tuvo 150 metros de base y 100 de altura.

Los encerrados dentro del antiguo palacio, cuando era inminente que su resistencia sería quebrada al día siguiente –y como su religión no consiente el suicidio– escogieron a diez guerreros para que mataran a los demás, niñas y niños incluidos. Uno entre los escogidos debía matar a los otros nueve y suicidarse al final. Así lo hizo y antes de terminar consigo mismo prendió fuego a la ciudadela menos a los almacenes de víveres (fue en el año ’73 de nuestra era). Demostraba así que la muerte colectiva había sido por decisión propia, para no ser derrotados ni esclavos; no por falta de sustentos.

¿Por qué cuento esto? La razón no se escapará al lector. Como los numantinos o los judíos de Masada, estamos bloqueados hace más de medio siglo y el enemigo puede tomarse todo el tiempo que precise para hacernos desfallecer. No falta quien se pregunte hasta cuándo seremos capaces de resistir.

Esos, “asustados”, inundan las redes sociales con una parafernalia de malos momentos que vivimos los cubanos cada día, pero que solo ellos ven como el fin del mundo. Lo que ocurre en el resto del planeta –excepto Estados Unidos o la Comunidad Europea–… como si no existiera. Allí no hay bloqueo y las tiendas están repletas. Cierto. Pero la mayoría, los de a pie, la pasa mal; son del Tercer Mundo, como nosotros. ¿Será ese el cambio que quieren algunos “asustados”, o sueñan con que a la caída del Socialismo cubano entraremos –sin varita mágica– a formar parte del Primer Mundo, por obra y gracia de nuestros “benévolos” bloqueadores, que han hecho hasta lo imposible para matarnos de hambre, miserias y necesidades?

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One Reply to “Mago sin varita, ¿hacedor de prodigios?

  1. Vera, ahora hay muchas opciones, el banco de Singapur estan al 90% en lineas de cobros y pagos a tartjetas no referidas a Visa Master Card, American Express y otras referidas al dolar que estan sujetas a a saciones para operar.en determinados paises.El problema de Cuba es que no tiene empresarios nacionales privados asociados a socios extranjeros por terquedad del Partido y gobierno que no adecua el modo de produccion a la norma internacional. No se queje, la queja corrpompe el caracter sobre todo si se hace lo mismo con lo mismo una y otra vez.

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