
Nuestra historia es la misma, pero no toda concuerda con lo descubierto en nuevos documentos. Se trabaja en actualizar su contenido desde la base, la historia de las localidades
Este mes arrancó con el encuentro nacional, en Santiago de Cuba, de quienes perfilan la nueva historia cubana. Nuestra isla estuvo representada allí por cuatro indagaciones novedosas: Evangelina Cossío, independencia y manipulación mediática. Una visión contemporánea de José Antonio Cabrera Navarrete. El desarrollo educacional pinero desde la perspectiva de Fidel Castro, de Odalis González Hernández. Presos políticos en Presidio Modelo (1956-58). Enseñanza y continuidad, de Roberto Francisco Únger Pérez y La oralidad pinera. Un grande entre los grandes: Barón Herrera, de quien esto escribe.
Cada una agregó aristas nuevas en su temática o trajo a la palestra aconteceres totalmente desconocidos. Lo mismo ocurrió con las más de 60 ponencias presentadas por otros investigadores, las que actualizaron contenidos relacionados con la mayor parte del país, sobre todo lo referido a hechos específicos de cada localidad.
Se daba así una definitiva vuelta de página a la historia de corta y pega, la que no busca en los documentos originales y los interpreta, sino que –para mayor comodidad– cita a los consagrados de otros tiempos, no los enjuicia y replica sus inadvertencias o distorsiones como si fueran verdades absolutas.
Mucho daño ha hecho esa historia facilista, nada seria, y repetida sin prevenciones hasta convertirse en una referencia casi inmutable, como si no pudiera ser revisada y puesta al día con el aporte de otros documentos, reveladores, que van apareciendo e iluminan de una forma distinta a lo que verdaderamente ocurrió.
La nueva historia, esa que va surgiendo a partir del minucioso trabajo realizado por los investigadores de cada localidad, la cual tuvo su más reciente bautismo de fuego con este encuentro celebrado en Santiago de Cuba, conformará un libro en versión digital, listo a mediados de año y puesto a disposición de cuantos estén interesados en darla a conocer, enseñarla o divulgarla.
Entre tanto, las cuatro temáticas que nos representaron allí lo estarán, a finales de mes, en la sede de la filial pinera de la Unión de Historiadores de Cuba.
Celia Sánchez Manduley, quien tuvo especial cuidado en la conservación de cada documento, por mínimo que fuera, nos legó un valor modelo para cualquier enseñanza: “Hay que escribir historia –dijo–, no historietas”. Y a ese principio nos atenemos.
La historia de nuestra pequeña Isla es rica en aconteceres grandes, poco conocidos, inclusive de relevancia nacional, y hay una sed intensa en la población pinera –y del país– por estar mejor enterada de los detalles que particularizaron cada acontecimiento. Dar a conocer lo que se va logrando aquí, sin demoras, es nuestra obligación, como historiadores y como medio de prensa; es reafirmar nuestra pineridad, nuestra cubanía.