
Lo suyo es una perpetua Operación Milagro, como un mago devuelve a cada paciente su sentido más importante: el de la vista, y lo hace con suma maestría, en instantes.
Mis espejuelos, y los de mi esposa, se rompieron al mismo tiempo. Y sin semejante aditamento qué puede hacer un periodista o una especialista en gestión económica. Ambos, como todos, dependemos de tener una vista eficiente, y esta -con los años, o por otras razones- se desgasta, y cada vez tiene que ser más asistida.
Buscando solución fui a la Óptica de Nueva Gerona, esa que radica a media cuadra del antiguo anfiteatro El Bosque. Allí entré en contacto con Alberto Muñoz Grostiti, el técnico en reparación de espejuelos, esos adminículos que nos dejan ciegos si no están a mano en el momento preciso. Los nuestros eran tres pares y quedaron reparados en 10 minutos. Tanta concentración, eficiencia y destreza motivaron esta entrevista.
“Hice varios cursos y aprendí con los de más experiencia, aquí en la Óptica; a ellos mucho les debo -agradeció de inicio-, sobre todo en cómo dar el mejor trato al público. Y este empieza por la cortesía del saludo, demostrar interés en la solución a su problema y hacerla efectiva en el menor tiempo, pero con la mayor calidad posible”.
Una excelente receta, sin dudas. Y más cuando las reparaciones pueden ser tan disímiles: armaduras plásticas, metálicas, de montura al aire… “Y las partes de repuesto, están en déficit hace mucho. Reparo con lo que aporta el paciente, por eso es tan importante traer todo lo roto: las patas partidas, las bisagras, un tornillito… todo. Lo que sea, de ahí sacamos la solución”.
Mientras hago las fotos y completo otras preguntas, entra una anciana. La armadura de sus espejuelos, de plástico, está partida. A mi vista, un caso sin solución. Alberto corta un alambre muy fino y lo introduce, al rojo vivo, como un pasador: la armadura, como los huesos fijados por el implante de un ortopédico, queda rígida otra vez. En la esmeriladora rebaja la punta del alambre y este queda casi invisible. Un momento después, los cristales ocupan su lugar.
“Tengo plata para soldar, en soldadura sí dispongo del equipamiento necesario”, me informa al tiempo que recibe a una nueva paciente. Para Alberto los afectados son las personas no los espejuelos, son sus pacientes, así los considera, como en cualquier Cuerpo de Guardia.
El nuevo caso trae un padecimiento distinto: precisa le digan la graduación de los espejuelos que trae puestos. Su incertidumbre queda resuelta en dos minutos.
Entonces no dejo de pensar en las afectaciones generadas por las trabas yanquis a su sector, donde gran parte de lo que se expende es importado, y existe hoy un notable déficit de armaduras y lentes para espejuelos; así como otros insumos para las reparaciones; de ahí que apenas se reciban monturas plásticas ni metálicas y se trabaja con lo poco existente en los almacenes.
Los costos de los espejuelos y sus aditamentos son altos en el mundo y a Cuba se les encarecen más a causa del bloqueo estadounidense, pero aun así la política gubernamental cubana los facilita a la población de manera subsidiada, a precios accesibles, en beneficio de su gente y en coherencia con las necesidades de un área de la salud tan sensible como la visión.
Por la “consulta” de Alberto pasan de 40 a 50 pacientes diarios y, salvo muy raras excepciones, a todos -digámoslo en sentido figurado- devuelve el sentido de la vista.
Pienso en un cirujano sin sus espejuelos, un maestro que no puede planear clases, un alumno imposibilitado de leer o escribir, una anciana sin la posibilidad de sentirse útil… en tantos y tantos devueltos al quehacer diario, a la sociedad, a la economía…Y a nombre de sus pacientes, digo, sombrero en mano: Gracias, “doctor” Muñoz Grostiti, por devolver tanta vida, ¡tanta felicidad! ¡Se le agradece!
Pasé por esa buena experiencia, llegué a la Öptica con unos espejuelos de armadura plástica que para mí no tenían solución por el déficit de insumos que existe y el técnico mediante una herramienta lo pegó a través de calor , lo fijó con un tornillito y lo regresó a su vida útil. Muchas gracias a los esfuerzos que realiza cada cubano desde su lugarcito.
Muy bonito el artículo, historias como esta deberían viralizarse, además de las buenas acciones
Gracias, Yudith por su comentario.