Cuando suena el río ¿siempre agua trae?

Redacción digital

La llamada telefónica entra con fuerza a la Dirección Integral de Supervisión, es un hombre y refiere la mala calidad del pan que acaba de adquirir en la panadería Renato Guitart, de La Fe. Un pan que ya consumió… ¿Usted recurrió a la administradora, jefe de turno, especialista en calidad o administradora, antes de sacar el producto de la unidad? Son las interrogantes obligadas en estos casos, permiten conformar la queja, pero el demandante no satisfecho las consideró superfluas y corta la comunicación, cuelga el teléfono.
No obstante, Marlenis Espinosa Reyes, la jefa de esa entidad, decide actuar desestimando la actitud del demandante, irrespetuoso y nada cooperativo. Llama de inmediato a quien corresponde, y queda coordinada una operación conjunta de supervisión.
Al otro día, a primera hora de la mañana, entran en acción tres inspectores: uno por la Oficina de Inspección Estatal, Félix Arozarena Chacón; y dos por la Dirección Integral de Supervisión, Kenia Orozco Vargas y Galina García Castillo. Están acompañados por el delegado de la circunscripción Renides Bermúdez, vicepresidente del Consejo Popular La Fe y este periodista.
La discreción es total, nadie, fuera de estos, estaba al tanto de la inspección sorpresiva.
De entrada, saltó a la vista el diseño arquitectónico incorrecto de la panadería. Allí, la estufa que debe recibir el calor sobrante del horno y así mantener una temperatura cálida y estable que permita el crecimiento de la masa de pan, está separada de esta fuente de calor y ninguno le llega. Por lo mismo, el pan crece a temperatura ambiente, mucho menos de lo que debiera aumentar en volumen.
El horno tiene roto el sistema de distribución del calor, o sea, que el aire caliente no llega por igual a todos los panes. Y esta falta tiene que suplirla el operario: abre la puerta del horno, recibe en su cuerpo el golpe de calor, y luego baja, a mano, los panes de arriba y sube los de abajo al lugar donde el calor es más intenso. Esto hace que nunca el horneado sea parejo, y los panes que estuvieron arriba salen más tostados, secos, duros y poco esponjosos.
Por si lo anterior no conspirara suficientemente contra la calidad, el tránsito del carrito o andamio múltiple que traslada los panes de la mesa de moldeo a la estufa, de esta al horno y del mismo al área de refrescamiento, tiene el piso muy dañado, con huecos, y el traslado se hace traqueteado a saltos, con el riesgo (como ha ocurrido otras veces) de que se caiga y pierda toda una hornada de pan.
Sin embargo, a pesar de estas condiciones materiales y otras que no relaciono por falta de espacio, esta inspección sorpresiva comprobó que el pan -una mezcla de harina buena y otra no tanto- tenía una calidad aceptable, como aceptable fue su pesaje (60 gramos) dentro del límite permitido, a un precio publicado en pizarra actualizada de 75 centavos, que están allí instrumentadas los pagos por vía digital, tienen su autorización comercial vigente, protegida. Y que, a pesar de lo descrito, la panadería Renato Guitart, de La Fe, su higiene es buena de forma general.
¿Satisfecho el demandante que remitiera la queja? No lo creo. Pero fue la realidad encontrada. Me consta.
Esto, por supuesto, conlleva un seguimiento.
La inspección sorpresiva de un día no determina para responder con exactitud una queja de la población. Las medidas disciplinarias o las multas que se impongan, dependen de los agravantes detectados. Y comprobados con justeza. Nunca implican una sanción o escarmiento arbitrario.

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