
Cada cosecha que logramos empobrece el suelo en menor o mayor medida, crea un faltante en nutrientes que luego debemos reponer. Y conviene hacerlo antes de iniciar la nueva plantación o trasplante.
Las circunstancias por las que transitamos -y lo hace el mundo entero, no solo Cuba-, aconseja prescindir de abonos o fertilizantes químicos. Los naturales resultan más saludables, y económicos.
Al conocer su receta, podemos confeccionarlos en nuestro propio huerto o parcela.
Tres de ellos, según mi experiencia, deberían ocupar el sitio más alto entre los preferidos. Sustituyen con largueza a los abonos de fórmula completa (nitrógeno, fósforo y potasio). Y lo hacen a partir de componentes que no son difíciles de adquirir: cáscaras de plátanos, cascarones de huevo y borra de café.
Tres riquezas que, por desconocimiento, casi siempre terminan donde no debían hacerlo, en la basura.
