
Las bandas de música o bandas de conciertos constituyen una modalidad muy extendida a nivel internacional. No pocos países cuentan con estas agrupaciones, se las considera como instituciones culturales de primer orden.
Son las más cercanas a sus habitantes, acostumbrados a disfrutar de retretas, matinés dominicales e interpretaciones adecuadas a contextos diferentes en desfiles o muy disímiles actos públicos.
Su preeminencia ha cedido en el gusto frente a agrupaciones vocales e instrumentales dedicadas a géneros más contemporáneos y comerciales, es cierto, pero todavía son las principales divulgadoras de la llamada “música clásica” o “de concierto” entre el público no especializado. La razón es evidente: muy pocas veces el ciudadano común asiste a una sala de conciertos; sin embargo, son más frecuentes las ocasiones en que, así sea de manera fortuita, se detiene a disfrutar de la retreta que ofrece una banda en el parque de su localidad.
Desde su aparente anonimato, las bandas de conciertos ocupan un lugar importante en la sociedad, ya que preservan e incentivan la cultura musical de un pueblo, país o continente. Con razón se decía, desde antaño, que la cultura de un pueblo podía valorarse por la calidad de su banda de conciertos.
Nuestra Banda Municipal –la actual– tiene su origen en 1962, con la creación de la banda de conciertos del Estado Mayor del Ejército de la Región Militar Isla de Pinos. Fue la única, entre las 46 existentes en todo el país –ahora son más de 110–, que actuara en un filme del naciente Icaic: El Bautizo (1967).
Desintegrada al año siguiente, cuando cumplieron su servicio militar varios de sus integrantes, resurge en 1998 con el proyecto, auspiciado por el Comandante en Jefe, Fidel Castro, de crear una banda de música en cada municipio del país. Y hace su primera presentación el nueve de abril, en el parque de Nueva Gerona, realzando la ceremonia por el Día de la Defensa.
En este sentido, la nuestra fue pionera dentro de aquella estrategia cultural, pero no recibió el módulo de instrumentos asignado a las otras. Carencia que arrastra hasta nuestros días.
Hoy, agrupación tan insigne, carece de un local apropiado para ensayar y guardar sus instrumentos con seguridad –la mayor parte de los cuales están bastante más allá de su vida útil–, no tiene suficientes atriles para colocar sus partituras, los asientos donde se ubican los integrantes de la agrupación están viejos, deslucidos, desvencijados. Y hacen sus presentaciones con el mismo vestuario variopinto de acudir a sus ensayos, el que cada uno adquiere según sus gustos o posibilidades económicas.
Por si fuera poco, no pueden usar su escenario de excelencia: la glorieta del parque de Nueva Gerona –increíblemente– por falta de iluminación. Y en otros lugares, se sustituyen sus posibles presentaciones por música grabada, no se le programa con frecuencia ni se le divulga adecuadamente, tampoco se promueve su actuación en los diferentes poblados del territorio.
Un panorama que desmotiva a cualquiera, y en especial a los integrantes de nuestra única Banda Municipal de Conciertos, la misma institución cultural que con una atención adecuada podría convertirse en atractivo turístico de primera línea. El visitante extranjero está saturado de modernidad, la música tradicional cubana, caribeña, tiene para él otros timbres y un valor novedoso, particular. Pero en esto tenemos que invertir si queremos tener algo distintivo que le atraiga. Mar, sol y playa puede encontrarlos en cualquier otra parte del Caribe.
Feliz de que la menciones en los medios.gran trabajo.felicidades
Soy la única en la isla que ha investigado sobre la historia de la banda,tanto en la Lic. Cómo en la maestría que hago.para mi es muy importante su historia y que llegue a cada pinero la importancia sociocultural de ella.mi nombre es Beatriz Matos y pueden contactarme si desean.