El único punto de venta en La Fe donde usted puede adquirir macetas de barro y plantas ornamentales está a la salida del poblado, por la carretera rumbo a Júcaro. Lo atiende Inés María Leyva Rodríguez, perteneciente a la CCS Ovidio Pantoja. Una jubilada de 72 años que es toda energía, conocida hasta por los santafeseños que están por nacer. “Trabajé en la Cocina Central, en la fábrica de jabones de Júcaro, en la cremería –que es el Banco ahora–, en la Casa de Cultura y en la farmacia, donde me jubilé”.
El patio de su casa es amplio y no tiene medio metro donde no haya una vasija, una maceta, un cacharro cualquiera –que puede ser hasta un zapato– sin algo sembrado; “eso es lo mío, lo que me gusta”, expresa, y su entorno lo autentica.
Su labor responde a una demanda en incremento, la adquisición de plantas para interiores. Ojalá algún emprendedor –o la misma Empresa Agroindustrial, como se lo hemos solicitado con anterioridad– tome su ejemplo y complemente a Inés María estableciendo puntos para la venta de hortalizas y verduras, pero en semillas.
“Siembro en todo lo que aparece –sonríe–, no solo en macetas o bolsitas. Vendo cactus, suculentas, orquídeas, platicerium, intercambio con otros cultivadores… en fin, busco que cada uno salga satisfecho, tenga las ornamentales preferidas y su vivienda esté más linda. Eso levanta el ánimo y, créame, un ambiente bonito para la familia o el centro de trabajo no deja de ser importante”.
Con este barrunto, Inés María acaba de recordarme a nuestro cuentista mayor, Onelio Jorge Cardoso, cuando puso similar criterio en boca de un personaje: el hombre tiene dos hambres –dijo–, y una es de belleza.
