La tierra que ha pasado por la lombriz, comparada con la circundante, es diferente: tiene aproximadamente cinco veces más nitrógeno, siete veces más potasio, el doble de calcio y otro tanto de magnesio. La lombriz no descansa, trabaja las 24 horas del día y los siete días de la semana.
Tiene enemigos naturales: ranas, pájaros, aves de corral, invertebrados –como las planarias, depredadoras de lombrices–, mancaperros, ciempiés, hormigas y otros de menor cuantía.
Las lombrices no sufren ninguna enfermedad, pero mueren por trastornos fisiológicos provocados por una alimentación incorrecta o el manejo inadecuado de sus condiciones de vida.
Su cultivo se puede efectuar a diferentes niveles: industrial, comercial, agrícola o popular, y doméstica.
Vamos a ocuparnos de esta última, por ser la de conocimiento más necesario a quienes siguen nuestra sección. Solo requiere de algunas cajas, cajones o recipientes que se puedan mantener en cualquier lugar con el propósito de utilizar como alimento para las lombrices, los residuos de cocina y otros desperdicios que se originan en el propio hogar.
En la producción a pequeña escala –según las posibilidades del agricultor– se recomienda que el recipiente tenga 1,5 a dos metros de largo y una profundidad de 60 centímetros. Para su puesta en producción conviene seguir las siguientes recomendaciones:
- Abrirle huecos laterales para tener buen drenaje y evitar que el agua se acumule.
- Añadir una capa de 15-20 centímetros aproximadamente de excreta o desperdicios de cocina, puede incluir papel en abundancia, pero nunca nailon, vidrios o metales.
- Regar bien para lograr la humedad necesaria (alrededor de un 75 por ciento)
- Sembrar las lombrices teniendo en cuenta que la densidad de lombrices al comienzo debe ser de 5 000 por metro cuadrado. Hacerlo esparciendo las lombrices por toda la superficie a cultivar.
Importante: este recipiente debe estar a la sombra, nunca expuesto a la evaporación intensiva ni a la incidencia directa del sol. (Continuará)