Realizar siembras o trasplantes según las fases lunares no es simplemente el establecimiento de un calendario sino, en términos generales, el aprovechamiento consecuente de las fuerzas naturales. Como se conoce desde los albores de la agricultura, la gravedad de la tierra y luminosidad de la luna influyen en los procesos de germinación y crecimiento de las plantas.

Veamos su aprovechamiento, de manera sucinta:
La Luna Nueva: favorece la germinación en general y sobre todo en especies tardías como ajíes y pimientos, perejil y otras. Además, en la etapa de crecimiento de las plantas se produce un período de disminución en el desarrollo radicular y foliar, un tiempo de reposo.
Luna Creciente: Progreso equilibrado del crecimiento radicular y foliar, después de la germinación.
Luna Llena: Beneficia el crecimiento foliar. Etapa de emisión de las primeras hojas verdaderas. Los trasplantes realizados en los últimos días de esta fase lunar logran una mejor reparación de los daños ocasionados en las raíces por esta práctica.
Luna Menguante: Una vez superado el trauma del trasplante –sobre las 72 horas–, aumenta el crecimiento radicular, disminuye mortalidad y se evita la resiembra.

Cultivo protegido (tapado) en organopónicos
En la siembra de marzo a agosto es recomendable amortiguar la incidencia de la radiación solar directa. Solo se debe cubrir (con tela, pencas o varas delgadas de madera) la parte superior de los canteros, a una altura promedio de dos metros sobre el nivel del suelo, buscando un “efecto sombrilla”.
Cubrir los laterales tiene como inconveniente que obstaculiza la circulación del aire, aumentando humedad y temperatura.
Para definir el área a proteger o tapar, se debe considerar que los cultivos de tomate, lechuga, pimiento, acelga, col china, berro, apio y perejil pueden taparse, mientras que no deben serlo las habichuelas, cebollinos, ajo puerro, cebolla multiplicadora y pepino.