Un colectivo sin miedos

El combinado lácteo Cristóbal Labra le sigue arrancando pedazos a los problemas, innova, se crece ante las dificultades, concreta inversiones y trabaja pensando como país

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

La UEB Lácteo Cristóbal Labra –el Combinado Lácteo, como mejor se le conoce– es como la electricidad o el agua de tomar, si falta se nota de inmediato; sin embargo, hacerlo marchar con la sincronía de un reloj resulta extremadamente difícil en los momentos actuales. Allí la tecnología tiene más de 40 años, muy obsoleta, y sus averías, sobre todo en circuitos eléctricos a nivel de pastillas que no pueden ser abiertas y reparadas, lo hacen todo muy complejo.

Benito Luis Infante Santos nos recibe en la mínima base interna de transporte con que cuenta este centro y es él quien nos guía de uno a otro proceso o área de elaboración. Como todo secretario de núcleo del Partido, conoce muy bien los retos que confronta su colectivo, cómo y quiénes los están solventando.

“Tenemos un colectivo sin miedos –se enorgullece– que no da un paso atrás. Por ejemplo: los del yogur de soya entraban temprano, terminaban a medianoche y podían irse para sus casas a descansar. Ahora no, por las limitaciones energéticas en el horario pico entran a las 11 de la noche y salen cercanos al amanecer. Al otro día la misma pegueta, sin tiempo apenas para recuperarse con el sueño. ¡Ese es nuestro colectivo! Y la población debe saberlo”.

Benito tiene también otro motivo de satisfacción, “…acaban de entrarnos los neumáticos y ya están rodando. Pusimos de alta tres carros-pipa y eso nos da una gran tranquilidad: garantizan la entrega temprana de nuestras producciones a la Salud Pública y las redes de comercio y gastronomía”.

PROBLEMAS MAYORES

El joven ingeniero químico Roberto Labañino Ramos es el jefe de Planta, o sea, quien tiene que ver con cuanto allí se hace o deja de hacer. Es fama verlo en las alturas –sin ser su responsabilidad–, en los puntos de mayor riesgo, haciendo lo que otros, por sus condiciones físicas, no puedan acometer.

“Disponemos de un banco de agua helada que tiene más de 20 años de explotación y no cuenta con piezas de repuesto. Hoy está averiado y constituye una de nuestras mayores dificultades, al faltar el frío toda la producción de líquidos se afecta: helados, yogur de soya o natural e incluso el batido líquido”.

La línea de helados, una de las más afectadas, cuenta con tres tanques de 500 litros cada uno. Por falta de frío salió de servicio; como alternativa buscaron un tanque-termo de los utilizados para el acopio de leche en las vaquerías, con sistema de refrigeración integrado y lo pusieron a producir aunque su capacidad es de solo 500 litros. “Esa es nuestra producción actual, un tercio de lo posible –precisa el ingeniero–, no podemos hacer dos o tres tandas al día porque la mezcla requiere de maduración y no es posible adelantar ese proceso”.

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

MALAVARES CON LOS ENVASES

Un problema transitorio que los entorpece hoy y al cual Labañino Ramos considera como de menor envergadura es de abastecimiento y no de roturas o falta de repuestos, “la escasez de nailon para el envasado. Los recibíamos de Villa Clara, pero no es posible traerlos ahora por la covid.

“Las gestiones internas realizadas con otras empresas nos aportaron bolsas grandes para envasar el polvo de batidos que se destina a los ancianos. No logramos igual suerte con el nailon destinado al yogur de soya o la leche fluida, y nos obliga a retomar su distribución a granel.

“Reservamos la poca existencia en almacén de nailon litografiado al envase del yogur natural –destinado a niños y dietas– por tratarse de un producto muy susceptible a su manipulación a granel”.

POLVO DE BATIDO Y QUESO

“La disminución en la producción de queso –esclarece el jefe de Planta– no es un problema de frío. Mermó el acopio diario de leche fresca como todos los años por esta fecha y lo que se nos entrega ahora no alcanza para hacer la producción necesaria.

“En cuanto al polvo para batidos –concluye– destinada a los ancianos y su demora en la llegada a los puntos de venta, es consecuencia de otra avería, pero en la máquina mezcladora. Al no estar en nuestras manos la reparación, hicimos gestiones y logramos que en la Panificadora de Nueva Gerona, cuando no estén elaborando galletas, nos faciliten su equipo. Tiene menor capacidad y nos permite solo de tres a cinco toneladas al día cuando en la nuestra alcanzamos las diez en el mismo tiempo. Esa es la razón”.

INNOVACIONES Y MODERNA INVERSIÓN

Juan Pérez Rosabal es mecánico industrial y uno de los principales innovadores. Son incontables las veces que una u otra producción salió o continúa saliendo gracias a su creatividad o a la de sus compañeros. “Tenemos muchas dificultades con las piezas de repuesto y a nivel de inventicos –bromea– continuamos produciendo”.

Piensa un momento y agrega: “La máquina de envasar la leche es la que nos está dando más problemas últimamente. Inventa por aquí, inventa por allá…, para esta no hay piezas. Ni siquiera resistencias. Llevan un teflón; como no hay las específicas… a las inventadas debemos ponerles dos o tres teflones para seguir cortando las bolsas. Y estos también se agotan.

“Ahora mismo reparamos unos pistones viejos de esa máquina, los que aprietan las bolsas y facilitan el corte. Estaban de baja por desgaste, pero de momento no hay otra alternativa. Los rectificamos en tornería y…¡a la pelea otra vez!

“En la guerra perenne contra el bloqueo y la falta de recursos –enfatiza este mecánico industrial– no vayas a pensar que estamos solos, el país nos tiene muy en cuenta. Acaban de montarnos un nuevo banco de agua helada. Muy moderno, una inversión importante. No está funcionando todavía porque trabajamos con 440 voltios y nos faltan unos cien metros del cable adecuado para conectarlo al transformador de 220 más cercano; nada que no podamos lograr en breve, ¿verdad? Y entonces habrá un salto en las producciones. Sobre todo en los líquidos. Una excelente noticia”.

REFLEXIÓN OBLIGADA

El Cristóbal Labra es operado por 162 trabajadores. Los salarios no son altos, mayormente se corresponden con los de un operario en cualquier otro colectivo, pero allí –el visitante lo percibe– no se trabaja por la remuneración monetaria. Por eso con sacrificios, esfuerzos e innovaciones inimaginables logran salir adelante en sus producciones y dar un aporte diario, por modesto que pueda ser en determinado momento.

Allí se piensa como país. ¡Qué lindo es poderlo constatar! Son 162 corazones enganchados al mismo carro, el del porvenir. Y uno comparte el sano orgullo de su ejemplo, de su constancia.

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
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