Para que nadie me lo cuente…

¿Cómo vas con la nueva Cuba?, no son pocos los que preguntan luego de la llegada del anhelado, anunciado e inquietante día cero, a partir de la Tarea Ordenamiento con la cual el país pretende encauzar las políticas monetarias y cambiarias, así como eliminar en gran medida los subsidios y gratuidades.

El primer impacto fue precisamente el día dos, cuando delante a mi edificio, ubicado frente al Nueve Plantas, se estacionó, como otras tantas veces, el “carrito” del helado, que tal parecía traer ají guaguao porque de la misma manera que las personas se acercaban, varias se retiraban con rostros alarmantes.

Similar le ocurrió a mi hija, quien luego de bajar con pozuelo en mano y clasificar en la cola, regresó a consultar la compra del apetitoso producto, pues su precio ahora ascendía a siete pesos la bola, que dicho sea de paso no siempre tiene el gramaje adecuado.

helado

La gente, muy ducha por estos tiempos en sacar cuentas matemáticas, no requirió de calculadoras para llegar a la conclusión del precio de una ensalada en la heladería Coppelia: ¡35 pesos! Por suerte el tema generó inquietudes no solo en el territorio sino en el resto de las provincias y en el programa televisivo de la Mesa Redonda la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, anunció nuevas modificaciones.

Cuantiosas resultan las preocupaciones, varios han sido los comentarios dejados en nuestro sitio web en torno al proceso, que sin duda alguna, resulta impostergable, pero para que nadie me lo contara bajé y husmeé por varios lugares.

Salí de casa este lunes y me tropecé con quienes todavía, en plena mañana, andaban festejando a golpe de ron, como si los tiempos estuviesen como para vivir del cuento, mientras otros en la cola del pan comentaban no solo del precio (ahora a un peso) sino de esa cacareada calidad, con la cual, todo parece indicar, no hay matrimonio posible.

Conversé con las dependientas del supermercado Abel Santamaría y alegan que entre las principales insatisfacciones está el precio del huevo (2.20 pesos) y al parecer era cierto porque ya estaban a la vista de todos los consumidores y su presencia no generaba las acostumbradas colas.

Prosigo en mi andar por la cafetería El Bosque, una de las cerca de 18 unidades que aquí tienen establecido el Sistema de Atención a la Familia (SAF), a donde no acudieron ni la tercera parte de los comensales beneficiados con este programa, el cual favorece a jubilados o no, impedidos físicos, casos sociales, embarazadas de alto riesgo, u otros desvalidos.

A pesar de ofertarles un menú variado: arroz, chícharos, pollo, jamonada, vianda… “solo cuatro o cinco han venido, dicen que el precio se elevó mucho y no pueden costearlo; antes no pagaban casi nada, ahora este almuerzo, por ejemplo, salió en 18.55 pesos y a ello súmale la comida, en cuánto les sale al mes”, dijo la cocinera.

Es verdad que el proceso pretende eliminar gratuidades y subsidios indebidos, pero este no es el caso por tratarse de vidas en desventaja social; de ahí que el SAF amerita otra mirada, tal como la nobleza que lo sustenta.

Pero días antes de la salida para constatar la nueva realidad ya las tarifas del transporte público habían suscitado comentarios, se modificó y aún pululan los criterios negativos porque “sobre qué base se habrá hecho” o “se nos va la vida tan solo en guagua para ir a trabajar”.

Al respecto el titular del transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, fue muy enfático al plantear: “Recordar que muchas de las tarifas en el transporte público son muy antiguas y se fijaron en un momento en que los costos eran muy diferentes a los de hoy. Por tanto, al analizarlas y actualizarlas, no en todos los casos se modifican o crecen igual. Es algo que se ha realizado con mucha precisión y cuidado”.

“Hay que trabajar para una mayor eficiencia en nuestras empresas. Los costos no pueden seguir siendo los mismos. No se puede trasladar la ineficiencia a las tarifas”, dijo.

De todo como en botica ha pasado en estos primeros días, donde se percibe una fuerte disputa entre el sector estatal y el privado en torno a los precios para ver cuál de los dos se posiciona mejor, mientras el pueblo continúa a la expectativa y deseosa de corroborar el efecto del ensanchado salario.

Todo cambio genera incertidumbre porque implica una modificación en las circunstancias de nuestro entorno al que ya estamos acostumbrados; sin embargo, el desprenderse de cuanto obstaculice la economía, el progreso y el bienestar de la gente resultaba inaplazable y Cuba salió dispuesta en este 2021 a lograrlo, pero para ello no solo hace falta la comprensión de los cubanos y pineros sino la inteligencia, integración y perspicacia de los cuadros.

Por suerte a tan importante proceso se le brinda seguimiento y la máxima dirección del país no solo escucha, también actúa ante las inquietudes y rectifica todo lo que pueda ser modificado porque los cubanos cuentan; eso tranquiliza y engrandece la obra.

Otros artículos del autor:

    None Found

Isla de la Juventud Ordenamiento
Karelia Álvarez Rosell
Karelia Álvarez Rosell

Licenciada en Defectología en la Universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomada en Periodismo con más de 30 años en la profesión.

Colaboradores:

2 Replies to “Para que nadie me lo cuente…

  1. Mi padre me decía que estaba desesperado por el aumento de su chequera.
    Yo, tranquilo, le decía: “Cuando te la aumenten vas a querer seguir ganando los $ 270.00 que ganas ahora”.
    Veía las mesas redondas en donde se explicaba el reordenamiento por el compañero Murillo y demás, compraba el periódico, oí lo que la gente opinaba.
    Siempre recordaba (no menciono nombre) de personas en mesas redondas, noticieros, etc, anunciando la tan ansiada mejora en la calidad de vida del pueblo; mejora que aún no llega por difentes razones. Pero el tiempo no espera y la vida se nos van en esa espera.
    Llegó el día “0” y también el 2 de enero en que mi viejo y achacoso padre vino a Gerona a ver a sus niños (50 y 49 años de edad) y a los nietos.
    A lo lejos se veía “acelerao´”. Entre malas palabras mal pronunciadas y su idioma propio me gritó (por qué a mi) sobre el precio del pasaje de la guagua.
    Días después en calle Martí se quejaba del precio del pan, de las pizzas, de los huevos, de esto y de lo otro. Él quería que yo le explicara el por qué del aumento. Y yo claro está no le pude explicar el por qué de esos aumentos que nada tienen que ver con lo explicado en las mesas redondas.
    Él tampoco sabe que mi salario nominal (ese que dice la ley) es muy diferente a mi salario real (ese que me llega limpio al bolsillo) todo gracias a que se me hace un doble descuento de impuesto sobre un solo ingreso personal.
    Lo cierto es que no es la primiera vez que anuncian y hacen aumento de salarios y luego los precios achican a esos aumentos de salarios.
    Es correcto y necesario el reordemamiento, pero pienso por lo que se está viviendo que los que lo pensaron y aprobaron no tuvieron en cuenta (lógico e imposible) millones de cosas que estamos sufriendo hoy día.
    Pienso en esas madres solteras con dos o más hijos menores de edad, en los ancianos que están solos, en los que por cualquier razón no se valen por sí mismos y lo único que hago es levantar las cejas sin solución para ellos que se sienten desamparados.
    Se están rectificando precios, es cierto, pero otros quedarán tal como los moficaron por que no son del día a día y no todos se enfrentarán a esos números.

    1. Yo también considero que las transformaciones no podían demorarse más porque ni Cuba ni el mundo es el mismo. Habías distorciones de todo tipo. Este es un proceso complejo, no solo por el momento en que se acomete sino por todos los males que laceran la economía cubana; de todas maneras tengo la certeza que de la misma manera que ya se han ido rectificando algunos precios se ajustarán otros, la Tarea Ordenamiento se acomodará con la participación popular. Pero de que había que dar el salto, que nadie lo dude.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *