Comprar fuera habiendo en casa

Si bien la defensa de la Patria y la batalla económica han constituido siempre prioridad para el Gobierno y Estado cubanos, hoy esa máxima alcanza su punto culminante a partir del recrudecimiento del bloqueo imperialista en su obstinado afán de rendirnos por hambre.

Resulta imprescindible, por tanto, seguir elevando la preparación combativa y movilizativa para librar en caso necesario la Guerra de Todo el Pueblo en pos de preservar nuestra independencia y soberanía.

En el plano económico los más altos dirigentes del país hacen énfasis, casi a diario, en la imperiosa necesidad de potenciar  la industria nacional con incrementos en la sustitución de importaciones y la producción de fondos exportables.

No soy de los que visitan de forma regular mercados y tiendas, pero quedé perplejo al observar en una de las carpas del Mercado Ideal Camaraco de Nueva Gerona, una lata de puré proveniente de otro territorio con un precio de 105 pesos.

Quizá sean convenios u otras trabas que lastran hoy la gestión mercantil, mas resulta poco convincente traer productos de otros lugares cuando los almacenes de la empresa agroindustrial Jesús Montané Oropesa están abarrotados de la misma mercancía a un precio menor (90 pesos) y catalogada por especialistas ministeriales como la de mayor calidad en el país.

Una simple reflexión me llevó primero a pensar en el bolsillo de los pineros –la entidad del Municipio lo mantiene estable en sus puntos de venta– y después en la patana, sin descartar los costos que acarrea su traslado hasta aquí.

El proceso se complica en la patana, principal carretera de la ínsula, por sus constantes baches y lo voluminoso de esa carga al reducir espacios para priorizar mercaderías de primera necesidad y deficitarias en muchas ocasiones en tiendas recaudadoras de divisas y demás establecimientos.

Las autoridades insisten en el desarrollo local, utilizar en mayor medida lo que se produce aquí. Entonces me pregunto: “¿Cómo adquirir en otros lugares algo sobrante en el propio territorio?” Tal proceder  es un verdadero desatino.

Similar puede ocurrir con otros productos, por lo que evitar gastos innecesarios traerá beneficios para la entidad que será más eficiente y competitiva.

Otro tanto ocurre con los frijoles al comprar solo los destinados a la canasta familiar normada cuando en la Isla se producen cientos de toneladas (t) en cada campaña y hasta el momento no existe solución para su venta más allá de las casi 400 t previstas, ni se aprueba un precio diferenciado para los consumidores, aun cuando en la localidad no pueden adoptarse tales decisiones.

Los tiempos son diferentes y el actuar debe adecuarse a estos momentos. La producción de alimentos seguirá siendo cuestión de seguridad nacional, de ahí la búsqueda de fórmulas que posibiliten hacer más eficientes a nuestras empresas estatales con el fin de que puedan cumplir su objeto social: Satisfacer las demandas alimentarias de la población.

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Isla de la Juventud Opinión
Pedro Blanco Oliva
Pedro Blanco Oliva

Licenciado en Literatura y Español en la universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomado en Periodismo con más de 40 años en la profesión

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