El doctor Fernando Plazaola, un español, era todavía el alcalde y como los norteamericanos no habían cambiado a las autoridades civiles adictas, a buen seguro se encontraba entre las personalidades que les dieran la bienvenida al territorio pinero.
Meses después y contrario a la isla grande donde el Ejército Libertador y el Gobierno en Armas estaban a punto de quedar sin representación oficial en el momento de las más graves decisiones, las cosas por acá se precipitaron para Plazaola y sus nuevos patronos, al tiempo que se consolidaba el poder mambí.
Cuando el 22 de febrero de 1899, el capitán Fred S. Foltz completó la visita a Isla de Pinos realizada a principios de mes por el general Lee, consignó su asombro. Ya ordenaba aquí, como su Gobernador Militar, un joven oficial del ejército cubano en armas, el coronel Juan Manuel Sánchez Amat, comandante de la escolta de Antonio Maceo en el momento de su caída en combate.
De la enmienda Platt aún no se había escrito una palabra pero ya este probado mambí había dado en Isla de Pinos un ejemplo preventivo que, desafortunadamente, no se tomó en cuenta ni se aplicó a tiempo en el resto del país.
NO SE ENTREGÓ EL TERRITORIO A LOS MARINES
Aquí no se entregó el territorio a los marines ni se dejó en sus manos tomar las decisiones definitivas.
Los insurrectos, en esta otra carga al machete comandada por Sánchez Amat, asumieron la representación de los poderes civiles y militares y subordinaron a los colonos norteamericanos a las leyes y autoridades cubanas.
Poco después de estrenarse Magoon como cabeza de la segunda intervención militar, en mayo, lo recuerdo bien –así consignó uno de aquellos colonos– apareció un cofre antiguo en las arenas negras de Bibijagua, quizás… de los piratas. Así se dijo. Y un americano misterioso, sin residencia aquí pero siempre desandando por las propiedades ajenas, se apareció en el Isle of Pines Bank, de Nueva Gerona, para realizar un fuerte depósito en viejas monedas de oro.
Rulke Evanks, cajero en tal ocasión, le compró una para regalarla a su novia, esta la enseñó a una vecina, la vecina lo comentó con la de al lado y… adiós secreto bancario.
Tanto fue el revuelo por aquel tesoro playero que a punto estuvo de opacar la mejor noticia del mes: el Gobierno Interventor destituía a Sánchez Amat, el Alcalde mambí culpable de nuestros mayores quebraderos de cabeza, y en su lugar nombraba a Benito Ortiz, un español –nada menos que a un español– y muy afín a nuestros intereses como colonos.
NOS HUBIERAN CORTADO EN TIRITAS…
— ¿Podría recordar… para quienes no estuvieron allí… lo que siguió, por parte de los cubanos, a nuestro intento de tomar por las armas a Isla de Pinos y formar un Gobierno Territorial, en noviembre de 1905?
El aludido, cabeza militar de la algarada, se pone en pie de un salto, choca los talones con energía y… recuerda contrito que los norteamericanos de Nueva Gerona izaron la bandera de las barras y las estrellas en sus casas o establecimientos… unos treinta en total. Pero que al caer la tarde de ese mismo día, hasta el más pobre bohío o establecimiento cubano ya tenía la suya elevada al punto más alto. Más de cuatrocientos pineros se pusieron a las órdenes del Alcalde Sánchez Amat, frente al Ayuntamiento, con todas sus armas encima. Parejas y más parejas de la Guardia Rural cubana “armadas hasta los dientes” patrullaban cada calle o calleja como en ciudad sitiada.
–Suerte tuvimos que a ninguno de los nuestros se le escapara un tiro –concluye– porque los “mambises” esos… estaban violentos… y con sus machetes nos hubieran cortado en tiritas.
Por Wiltse Javier Peña Hijuelos (Colaborador)