Un pequeño y pesado cañón de hierro fundido, un falconete de finales del Siglo XVIII según mis escasos conocimientos de artillería antigua, yace desmontado de su afuste en pleno bulevar geronense. Piezas como esa –cargadas de metralla– eran utilizadas a bordo de los buques piratas o antipiratas de la época.
Aquí, en la antigua Isla de los Piratas, su valor histórico y ornamental es inmenso; sin embargo, junto a una librería que advierte peligro de derrumbe y un Puesto Telegráfico histórico eternizado en su reparación, dan un muy deslucido abrazo al visitante. Este momento lo hace todo más difícil, pero recoger un valioso objeto museable y resguardarlo hasta nuevo asiento, no resulta imposible.

