
El 20 de noviembre de 1788 nació el distinguido filósofo y pedagogo Félix Varela y Morales, en la casa de sus padres, en la calle Obispo, entre Villegas y Aguacate, en La Habana; hijo de Don Francisco Varela y Pérez, teniente del Regimiento de Fijo de La Habana, natural de Tordesillas, Castilla la Vieja, España, y de Doña María Josefa Morales y Medina, santiaguera ama de casa.
Fue el tercer hijo y sus dos hermanas se llamaban María de Jesús y Cristina, en su bautismo católico lo nombraron Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales.
Cuando tenía tres años murió su madre y él quedó, junto a sus dos hermanas, al amparo de sus padrinos, su abuelo y su tía materna, así como su abuela y sus otras tías Margarita e Isabel, que se ocuparon de él ante la incapacidad del padre, a dedicarse por entero a un oficio, por demás femenino, imposibilitado como estaba por su carrera militar, casi siempre de viaje en misión de servicio.
Su abuelo Don Bartolomé resultó trasladado por sus trabajos como militar a San Agustín de la Florida, a donde se llevó a Félix, que apenas sabía hablar.
Varela introdujo la enseñanza de la Física por métodos experimentales; su filosofía y pedagogía eran abiertamente antiescolásticas. Su obra justifica plenamente que se le llame “el primero que nos enseñó a pensar”.
También conocido como el Padre Varela, sacerdote, maestro, escritor, filósofo y político cubano; el primero que enseñó a los cubanos a pensar en el patriotismo. Estudió filosofía y teología en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y en la Universidad de La Habana. En 1811, ya sacerdote, ocupó la cátedra de filosofía de la primera de esas instituciones.
Diputado a Cortes de Cádiz en 1821, en representación de Cuba, defendió el derecho a la autonomía de los territorios americanos, propuso la abolición de la esclavitud en la Isla y la modernización de la enseñanza.
El retorno español al absolutismo monárquico lo condenó a muerte, huyó de España y se estableció en Estados Unidos, desde donde se consagró a fomentar el independentismo en los cubanos. Junto a notables pensadores criollos publica el Mensajero Semanal (1821-1831), destinado a educar y preparar a la población para empeños futuros.
Se ordenó sacerdote con 23 años en la Catedral de La Habana Obispo Espada y el 21 de diciembre de 1811 celebra su primera misa en el convento de Santa Teresa en La Habana.
A los veinticuatro es nombrado profesor de Filosofía, Física y Ética en el seminario habanero, allí prepara el primer laboratorio de Física y Química del país. El Padre Varela da una importancia capital a los métodos de aprendizaje y utiliza sistemas innovadores para su época, queriendo que sus alumnos aprendan con la cabeza y el interés y no repitiendo de memoria lo que se les enseñaba, al respecto decía:
“Aprender de memoria es el mayor de los absurdos, pues si falla la memoria falla todo lo estudiado, por ello la constancia en el estudio consolida los conocimientos”.
Uno de sus discípulos José de la Luz y Caballero dijo una vez de su maestro:
“Mientras se piense en Cuba, se pensará con respeto y veneración en aquel que nos enseñó a pensar”.
Es por ello que los cubanos se refieren a Varela como “el que nos enseñó a pensar”, pues siempre puso delante la reflexión y la práctica, al repetitismo memorístico y la inmovilidad de los centros de enseñanza de la época, de orden fundamentalmente canónico y fuertemente marcados por la religión y el ostracismo, siempre se ha dicho que la “Reflexión fue su trinchera”.
Tenía 35 años cuando inició una ardua labor propagandística en pos de la independencia, fundando en Filadelfia el primer periódico independentista llamado “El Habanero” (1824-1826), donde escribe:
“(…) Cuba no debe esperar ya nada de España…ni de nadie, debe liberarse por si sola (…)”.
Durante más de 30 años de vida en el exilio fundó escuelas, edificó iglesias, evangeliza a los más pobres, defiende la fe católica ante el avance del protestantismo, según los católicos llamaron a este movimiento religioso, y los últimos años de su vida estuvieron marcados por la pobreza, las enfermedades, y la soledad.
Félix Varela falleció el 25 de febrero de 1853 en San Agustín de la Florida (Estados Unidos). Sus restos mortales descansan en el recinto de la Universidad de La Habana. En 1985 la Santa Sede autorizó al Episcopado de Cuba a iniciar proceso canónico.
Desde 1981 el gobierno cubano creó la Orden Félix Varela, la más alta distinción otorgada a cubanos y extranjeros, además de colectivos culturales en reconocimiento a aportes extraordinarios realizados a favor de los valores imperecederos de la cultura nacional y universal.
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