Urbes chinas blindadas por alza de COVID-19 en Japón y Surcorea

Qingdao, Weihai y Yantai -en la oriental provincia de Shandong, exigen declaraciones de salud y trasladan en vehículos designados a todos los extranjeros y hasta a compatriotas que arriban a su suelo hacia sus viviendas u hoteles escogidos para cumplir un período de 14 días de cuarentena.

La primera urbe es la más preferida por los surcoreanos, tiene un comunidad de 100 mil expatriados, inversiones desde el país vecino cercanas a los tres mil millones de dólares y más de dos mil 300 firmas establecidas en su zona de libre comercio, entre ellas LG y Sindoh.

De igual manera, las metrópolis Hunchun, Dalian y Beijing endurecen sus planes de enfrentamiento a la afección respiratoria entre colonias de emigrados de Corea del Sur y Japón.

La embajada nipona aquí alertó a sus connacionales regresar a su país natal lo antes posible y posponer cualquier plan de viaje a China.

Mientras, empresas locales se preparan para exportar máscaras hacia los estados vecinos ante un previsible aumento de la demanda por el empeoramiento de la situación sanitaria en ambos.

La semana pasada expertos de China recomendaron a Tokio y a Seúl preparar planes de emergencia para combatir el coronavirus y mostraron preocupación porque su avance empuja a las dos naciones asiáticas hacia una situación de epidemia.

Lü Chao, investigador de la Academia de Ciencias en la provincia de Liaoning, consideró imperativa la cooperación trilateral bien estrecha y en todos los aspectos, incluido en lo económico y la investigación científica a fin de controlar lo antes posible el COVID-19 y minimizar pérdidas.

China, Japón y Corea del Sur -enfatizó- son tres potencias vitales en el desarrollo de Asia y además actores importantes a nivel mundial que si quedan atrapados en una epidemia al mismo tiempo, traería sin dudas grandes pérdidas.

Beijing ratificó ayer su disposición a comunicarse y cooperar estrechamente con Tokio y Seúl, así como con otros países, en la prevención y control conjuntos de una propagación transfronteriza de la epidemia y salvaguardar la seguridad de la salud pública regional y mundial.

Pero analistas reconocen que cada nación debe proceder con disposiciones acordes a su realidad, sistemas legales y características de su población.