La Isla de la Juventud celebra su cumpleaños 45 este dos de agosto, en recordación a este día de 1978 en que fue proclamada con ese nombre.
Más que símbolo de un nombre, lo que festejan los pineros es haber levantado y hecho suyo un territorio olvidado, modelo del terror y del que solo se hablaba cuando se amotinaban presos o arrasaban huracanes.
Fueron atrevidos aquellos jóvenes llegados en 1966 al territorio para reconstruirlo de los estragos del ciclón Alma y sumarse al esfuerzo de constructores y otras fuerzas.
El paso del ciclón Alma el seis de junio de 1966, ocasionó cuantiosos daños materiales, valorados en más de 4 millones de pesos. Se perdieron entonces: 290 000 quintales de cítricos, 110 700 plantas en vivero, 598 cabezas de ganado, 2883 aves de corral y 71 caballerías de frutales y viandas. Fueron afectadas 178 construcciones, se interrumpieron servicios fundamentales a la población por varias semanas.
Esta contingencia natural adversa hizo que se adoptaran medidas urgentes para la movilización de fuerza de trabajo, necesidad ya manifiesta por su carencia en la región ante los grandes planes diseñados por la máxima dirección del Gobierno Revolucionario.
Hasta el momento la fuerza de trabajo era aportada por la exigua población autóctona, los movilizados de las instituciones armadas y aquellos reclusos que se habían acogido al Plan de Reeducación organizado por el Minint en el Penal de Isla de Pinos.
Muchos son los nombres Avelino, Bertha, Juan, Malena, Eloy, Quindelán, Rodolfo, Sergio, Margarita…, quienes dieron el paso al frente y la restablecieron en breve tiempo, e impulsaron su transformación de tal manera, que al cabo del año inauguraban con Fidel la primera presa de la Revolución Hidráulica aquí.
Le pidieron al Comandante bautizar a la ínsula con el nombre de la Juventud, en sustitución del de Isla de Pinos, luego de casi cinco siglos encarnando el abandono. Pero el visionario joven líder, convirtió la aspiración en reto, cuando aquel mismo 12 de agosto de 1967 dijo:
“Pero todavía no se puede llamar ‘Isla de la Juventud’ en el sentido real de la palabra” y orienta: “Llamémosla Isla de la ‘Juventud’ cuando la juventud con su obra haya hecho algo grande, haya revolucionado… la naturaleza y pueda exhibir el fruto de su trabajo, haya revolucionado… la sociedad“.
Los muchachos acogieron entusiasmados la ambiciosa tarea. En apenas cuatro años concluyeron diez embalses, carreteras, escuelas y viviendas, sembraron pasto y cítricos e hicieron de la adversidad natural acicate para avanzar mucho más.
A finales de 1977 llegan los primeros estudiantes africanos, pero no fue hasta el ’78 que se generalizó la experiencia, justo en el año en que se proclamó la Isla de la Juventud, 11 años después del reto, por acuerdo adoptado por el Parlamento a finales de junio.
En multitudinario acto presidido por Fidel, frente al Monumento Nacional Presidio Modelo, Raúl Roa, entonces vicepresidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, significó el especial homenaje que el cambio de nombre representaba para la juventud mundial, que por esos días celebró en Cuba su XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.
“La faz de la Isla es otra –sentenció Roa–. Su población…se ha cuadruplicado. … Ya hoy la Isla es parte viva de Cuba… La vida canta por todas partes, la esperanza flamea en los corazones, el trabajo y la defensa convergen en la acción cotidiana; el espíritu internacionalista florece… con sus aulas abiertas a todos los niños y adolescentes del mundo. La juventud marcha al frente…, da el ejemplo haciendo suya la Isla…”.
Hoy el Municipio Especial Isla de la Juventud tiene bellezas que lo convierten en uno de los parajes más pintorescos de Cuba, tanto por las leyendas ligadas a corsarios y piratas, como por la riqueza de su flora, fauna y el patrimonio arqueológico, cultural e histórico que atesora.