Beatriz Gil Sardá, especialista en la Oficina de Monumentos y Sitios del centro municipal de Patrimonio Cultural y bisnieta del Coronel José María Sardá, a sus 73 años transita por la vida con grandes esperanzas de enriquecer el amor de los jóvenes por el Apóstol.
En este 170 aniversario del natalicio del Héroe Nacional y el 79 de la declaración de El Abra como Monumento Nacional en 1949, se reconoce al más universal de los cubanos, con iniciativas variadas.
“Si importante es el hecho de la vinculación de la vida de Martí a la Isla de la Juventud, las acciones de los pobladores y la familia por resguardar y conservar las instalaciones dóndeestuvo el apóstol fueron notorias”, comenta Beatriz con los recuerdos de su infancia.
En 1915, se hace la repartición de bienes entre la familia, y es Elías, el menor de los hermanos quién pide quedarse en la casa en la que nació, murió su padre y reposó el Apóstol.
¿Cómo es el proceso de reconstrucción y conservación de la finca El Abra?
“Desafortunadamente el ciclón de 1926 destruyó casi la totalidad de la edificación, pero no es hasta 1942 cuándo es destinado Waldo Medina Méndez cómo juez municipal, que comenzaron a darle mayor tratamiento al lugar de curación del joven. Este juez unió fuerzas con Elías Sardá para reavivar la casa de mi familia. De esta nueva hermandad surgió el comité proreconstrucción para la residencia de Martí en la finca El Abra.
Este comité fue agrupando reconocidas personalidades como Ramón Llorca Soto, alcalde municipal y ferviente colaborador, además estuvieron Sergio y Zenaida Montané, también contaron con el apoyo de otros pobladores quienes aportaron para la reconstrucción, pero el trabajo se materializó con mayor agudeza gracias a Waldo Medina.”
Emilio Roig de Leuchsenring, entonces Historiador de La Habana, colaboró con la recaudación de fondos para la reconstrucción, además de las gestiones realizadas por Waldo en el Presidio Modelo, obtuvieron la mano de obra de los reclusos.Es entonces cuando el 28 de enero de 1944 se inauguró nuevamente las instalaciones y a partir de este momento comenzó a identificarse el lugar como la casita de Martí.
En la visita del Comandante en Jefe Fidel al territorio, en 1960, marcó un gran interés por el lugar donde Martí tuvo en tránsito hasta su deportación a España. El líder indiscutible de la Revolución cubana dio la tarea al ministerio de Obras Públicas para reconstruir toda la finca con la misma estructura como cuando estuvo el Apóstol, estas reparaciones quedaron terminadas en 1962, conformando la estructura que hoy conservamos.
La instalación de la casa tipo masía catalana es la única de ese estilo constructivo en Cuba, este sitio contempla formaciones de mármol rosado y carmelita, además aún persiste el sistema hidráulico, desde la construcción original de la casa, explica la descendiente, todo esto conlleva a que en su 79 aniversario el museo El Abra, engrandezca aún más las colecciones que resguarda.
¿Qué representa ser descendiente de la familia Sardá?
Si bien para los pineros es un orgullo contar con la finca El Abra, para mi tiene doble connotación por la marcada relación con la vida del independentista. Sobran razones para sentirme orgullosa de pertenecer a una familia que en los años de mayor turbulencia en la vida del ferviente revolucionario, apostaron por brindarle apoyo como otro miembro de la misma.
¿Considera que es necesario un mayor conocimiento de la historia por parte de las nuevas generaciones?
“Se ha perdido la afluencia y la peregrinación consecutiva en este lugar en el mes de enero y el resto del año, se debe rescatar estás tradiciones porque este paraje es una de las joyas del municipio qué resguarda la historia del indiscutible cubano que a pesar de su fallecimiento legó a las nuevas generaciones obras visionarias.”
“El sentido de patriotismo es una de las cuestiones que debemos reforzar en las nuevas generaciones que solo pueden ver las huellas de la historia pero ya no vivirlas de la misma manera.
Hemos perdido el sentido de pertenencia para con nuestros héroes y los lugares donde se rescata su historia, es necesario presentar mayor atención a su estado de conservación y fomentar medidas o actividades que ratifiquen el conocimiento activo de la historia, porque un pueblo que olvide su historia no puede construir un buen futuro.”
Por Marien Piñero Rodríguez (*)
(*) Estudiante de Periodismo