Un turismo sin temporada de baja

“Creo que estamos en un momento decisivo de nuestra historia. La tiranía ha sido derrotada. La alegría es inmensa y, sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante todo será más difícil”, fueron las palabras de Fidel, el viernes ocho de enero de 1959, al arribar a La Habana, en su primer discurso masivo al pueblo de Cuba.

A solo cinco meses de aquella alocución, el domingo siete de junio, el Comandante en Jefe recorría Isla de Pinos. En su encuentro con el pueblo pinero, congregado frente al antiguo Ayuntamiento, nos dejaba un plan inicial para el desarrollo del territorio, resumido en 11 medidas. “La primera de todas –dijo– es turística, la segunda, la ganadería; la tercera, los cultivos; y la última, es la industrialización de Isla de Pinos”.

Lo cito porque sus palabras son siempre actuales y continúan marcando un mismo rumbo cuando, como predijera, todo nos resulta más difícil.

Estamos empeñados en la recuperación de la ganadería, y no debe entenderse solo como vacuna o bufalina, sino todo animal apto para alimentarse con hierbas. Los cultivos –su incremento y lograr un abastecimiento en viandas, hortalizas y vegetales– ocupan el despliegue de un esfuerzo considerable cuando gran parte de los suelos, empobrecidos por la salinización, el sobre uso o la falta de fertilizantes, demandan al menos un largo barbecho.

Mientras logramos la recuperación de la ganadería y los cultivos, urge volvernos a la primera de aquellas medidas orientadas por el Líder eterno a inicios de la Revolución, el desarrollo local del turismo. En tal sentido el territorio cuenta –desde el 2003– con uno de los estudios más profundos y detallados que se hayan realizado sobre este sector en cualquier parte del país. Se titula “Esquema de ordenamiento territorial. Región turística Archipiélago de Los Canarreos”. Son 173 páginas documentadas, razonadas, resumidas, llevadas a tablas y acompañadas con las fotografías correspondientes.

Todo lo necesario está ahí: lo que tenemos en explotación y debe ser mejorado, donde está lo nuevo, promisorio, sus atractivos, comunicaciones, facilidades de explotación y cantidad de turistas por día…, todo.

Dentro de esta panorámica, las aguas mineromedicinales ocupan un lugar de primer orden. El desarrollo futuro de La Fe –capital histórica del territorio– se afinca en esta riqueza que le es propia.

Hoy los recursos disponibles nos exigen avanzar con pasitos cortos. Estamos obligados, por tanto, a colocar cada centavo en el lugar preciso, a lograr del mismo la mayor rentabilidad. Los pacientes esperan no solo por la puesta en servicios de los tratamientos, sino también por tener facilidades de hospedaje. Las habitaciones pueden ser de segunda categoría, como ocurre en la mayor parte de los balnearios españoles. Luego tendremos posibilidades de mejorarlas. Cualquier inconveniente se arrostra cuando esta por medio la recuperación de la salud. El paciente nacional o extranjero, en calidad de turista que busca su mejoría o curación, no tienen temporada de baja.

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