Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Al andar por calle 41 de Nueva Gerona, rumbo a los primeros edificios del reparto Micro 70, una mujer de ojos verdes y cabello enteramente blanco atrapó mi atención. Domitila Causará Gámez, quien sobrepasa los 80 años –según supe después–, pintaba la cerca del número 1009, su casa, y lo hacía con el contento de una adolescente, cantaba.
“Hago el bien a cuantos pueda, no hay mejor forma para estar de buen humor –confesó sonriente–. Luego de criar ocho hijos, yo solita, no hay estrés que me mate; siempre estoy haciendo algo que me entretenga”.
Domitila nació en Laguna Blanca, Santiago de Cuba, “tierra llana, negrita, donde se da de todo y en cualquier cantidad”. Allí sembró sus primeras plantas, como en juego, y desde entonces no ha parado de cultivar. “Mi patio es de referencia. Pertenece al CDR 4 de la zona 5; el frente, de ornamentales; al fondo, plátanos y otras viandas”. Pero atiende, además, una finca en el reparto Patria, “bastante medianita. Allí tengo frijol, maní, boniato, yuca, unas guayabas ¡así grandotas!, aguacate y bastante plátano”.
Domitila era trabajadora del hospital general docente Héroes del Baire, en la Sala de Prematuros. Como parte de la mano de obra aportada por ese centro, laboró nueve años en una microbrigada para la construcción de viviendas. “Allí me gané esta casa”.
Y no es todo. Decenas de personas llevan su sangre, “aporté 190 donaciones. Ya no, el médico dice que no, por mi edad, pero me siento bien. Que donar sangre hace daño es un cuento. Ahora mismo, si hiciera falta, al momento estoy poniendo el brazo…”.
Conocer a esta mujer me ha enriquecido. Estimula acercarse a gente así, capaces de darse siempre a los demás sin esperar nada a cambio. Esos son los que dan luz de aurora.
Ya a la despedida me aporta otra sorpresa, el secreto que hace prosperar sus cultivos: “Tome un poco de borra de café, unos cuantos cascarones de huevo, cuatro o cinco cáscaras de plátano macho, maduros y los hierve con bastante agua. Cuando esté a temperatura normal, puede echarle un chorrito a cada mata, sea o no ornamental. Mata los parásitos que tenga la tierra y aumenta la producción de lo que tenga sembrado”.
