Tan importantes los frijoles como los cañones (+Fotos)

–¿Cómo es el corte del machete en la chapea rasa?
–Hacia arriba.
–Y si lo diriges hacia abajo qué sucede.
–Profe, ¡se mella el filo!
–¡Correcto!

Son alumnos del instituto politécnico Bruno Hernández Blanco, en La Fe; cursan el primer año en la especialidad de Obreros Especializados Agropecuarios, donde la ingeniera Edilma Machado Romero imparte las clases de Información Técnica y Práctica para el Oficio. Ahora aprenden y desarrollan una habilidad puntera: el manejo correcto del machete, instrumento de trabajo infaltable en lo que será luego su vida laboral. Riesgoso en todo momento.

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Unos 50 estudiantes, divididos por subgrupos, se preparan en esta rama bajo el principio martiano de estudio-trabajo, o sea, teórico-práctico. Serán en dos años quienes se incorporen definitivamente al surco para aportar con sus manos al imperioso llamado de que en la Cuba bloqueada son tan importantes los frijoles como los cañones.

AVATARES DE Y CON LOS EDUCANDOS

“Proceden no solo de La Fe, algunos madrugan bastante para venir a clases, por la lejanía”, comenta María del Pilar Marzo Pereira, directora del centro. “No todos llegaron a gusto, algunos, por sus bajos rendimientos académicos, no tuvieron otra opción. Pero nuestro claustro sabe lidiar con esa desventaja, se nos da cada año. Nos hemos especializado en atraerlos, en motivarlos con las prácticas, hacer que las clases les resulten atractivas, en montar maquetas, lograr que comprendan la necesidad del país y estén dispuestos a contribuir.

“Cuando un alumno falta a clases –agrega la directora– vamos a su casa, hablamos con familiares y vecinos; nos apoyamos en el barrio para sensibilizarlos a todos. Hacemos un fuerte trabajo de rescate”.

LA TIERRA, SU MEJORÍA Y LAS COSECHAS

El organopónico donde laboran sobrepasa la hectárea, y aprovechan hasta el último centímetro. No siempre fue así, el área estaba llena de malezada y la tierra era de una calidad mediana; fue preciso desmontar, acondicionar y enriquecerla.

Orlando muestra el humus de lombriz listo para su empleo. Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Orlando Santiago Ramos encabezó la transformación hace más de cuatro años, y en la tarea estuvo apoyado por Eugenio Sierra y el boyero Eduardo Aneiro, quien con su yunta no solo hizo y hace las labores de arado y acarreo sino que –a solicitud de otros centros de enseñanza– llega hasta ellos y acondiciona sus parcelas.

“La ingeniera les enseña la teoría de cómo realizar la lombricultura o el compost, precisa Orlando Santiago. A mí me corresponde armar el burro junto a ella y a pie de cantero:que se lleve a la práctica de manera correcta y los alumnos sigan su evolución a lo largo del proceso”.

La materia orgánica la proporcionan las excretas de una cría de carneros o el estiércol vacuno de la propia yunta.

Meses después llega el momento de abonar, y sobre todo aprender cuándo, cómo y en qué cantidad hacerlo. Toda una fiesta bien organizada, a los adolescentes les resulta nuevo e interesante.

Ahora sus hortalizas, viandas y plantas medicinales están en completo esplendor, “ya no hay ningún estudiante desmotivado, finaliza el hortelano mayor. Ellos prepararon la tierra, abonaron, pusieron la semilla, regaron, combatieron las plagas… ¡Aprendieron! Y no hay alimento que sepa mejor, este que va al comedor salió de sus manos”.

Jorge Luis Maceo Guevara, a quien encuentro en el desyerbe del área de las viandas, da su apreciación como estudiante: “El huerto es duro los primeros días, pero el cuerpo se acostumbra y ni sientes la práctica laboral que aquí hacemos dos veces a la semana”.

“Ahora soy capaz de sostener a una familia”, refiere Jorge Luis. Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Piensa un momento, sonríe y agrega, “este trabajo me hace sentir como si hubiera crecido en dos días, haciéndome más hombre. Me demostró que puedo mantenerme económicamente sin depender de mis padres y que con mis brazos me basto para mantener a mi propia familia…cuando tenga hijos y una esposa”.

AGRICULTURA DE PRIMERA LÍNEA

Junto a un burro de compost y en lucha contra el viento que sopla fuerte, la profesora Edilma tiene montada una pancarta de ilustraciones, medio de enseñanza que le permite graficar sus clases fuera de las aulas sin afectar la calidad. La unidad a impartir trata acerca de la preparación de fertilizantes orgánicos y los microrganismos eficientes. En otras palabras, lo más reciente y ajustado a la realidad para quienes pretendan lograr de la tierra sus mayores rendimientos sin fertilizantes químicos, dañinos a la salud, al entorno y la economía.

Para Edilma “las clases fuera del aula tienen otro sabor”. Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

“Este burro –apuntó–lo montamos con los estudiantes del segundo año. Tenía el alto de una persona y ya, por el proceso de conversión, está reducido a un tercio. Luego viene la etapa de cernido y maduración. Al aplicarlo se tendrá en cuenta, incluso, la luna más apropiada para su empleo. Eso lo ven los muchachos por primera vez, y como lo hicieron con sus manos retendrán ese conocimiento”.

La también ingeniera Machado Romero enfatizó: “De aquí salen con una preparación muy completa que les permite interactuar con agricultores de experiencia”.

CANTERA A DEMANDA

Tres centros, además del Bruno Hernández Blanco, integran la enseñanza técnico profesional en la Isla: el instituto politécnico agropecuario Amistad Cuba-Corea y su homólogo de economía y servicios Fe del Valle Ramos, todos subordinados a una misma dirección municipal a cargo de Estrella Clavero Guerrero.

El primero, y centro de este reportaje, forma obreros calificados agropecuarios y también, con igual categoría, a los que se ocuparán de la carpintería en blanco o las técnicas de encofrado. En oficios, a los nuevos panaderos, dulceros, albañiles, mecánicos y electricistas. Al mismo tiempo, y con nivel de técnico medio, gradúan a los de servicios gastronómicos y comercio, quienes egresan con 12 grado, y pueden continuar estudios universitarios en carreras afines o no.

Cada uno de estos tres centros de enseñanza imparte especialidades distintas que cubren una amplia gama de intereses territoriales, las cuales trataremos en otro acercamiento periodístico.

“Su vinculación laboral está garantizada”, asevera la jefa de Enseñanza. Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

“La formación de obreros calificados agropecuarios –según la jefa de esta enseñanza– rescata a los alumnos que por diferentes motivos quedaron escolarmente desfasados con respecto a su edad y los encauza permitiéndoles graduarse con título de noveno grado, aval suficiente para hacer su técnico medio si hay más de diez interesados en matricular. Después accede a la Universidad en cualquier carrera, sea o no continuante de su perfil, requiere solo, como otro alumno proveniente de Preuniversitario, realizar satisfactoriamente su prueba de ingreso”.

La matrícula de los tres politécnicos sobrepasa los 1 200 educandos, cuando no se han cerrado los registros del curso iniciado en marzo.

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Con respecto a su vinculación definitiva con la vida laboral, la funcionaria explicó: “Está asegurada. Las entidades presentaron sus necesidades de personal calificado al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social; estos conciliaron con la dirección municipal de Educación y sobre esa base, la necesidad real del territorio en conjunto, realizamos la matrícula. Incluso, vamos más allá y tratamos de que las prácticas se hagan en los mismos centros donde falta el trabajador y el egresado habrá de laborar luego”.

Son colectivos sensibilizados con la importancia de su misión, porque en estos tiempos, como dijo el General de Ejército Raúl Castro, los frijoles son tan importantes como los cañones.

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