Sucu suco, ¿preservarlo como está…?

Acaba de realizarse –como cada año– un simposio y fiesta del sucu suco en la cuna de ese ritmo, la primigenia Santa Fe. Abarcó mañana, tarde y noche. A los niños y su participación fue dedicada la segunda parte, cuyo antecedente fue el coloquio que por su reiteración de conceptos motiva este comentario.

Allí escuché con mucha fuerza una defensa que no considero redunde en beneficio de tradición tan pinera. “Lo tocamos como nos enseñara el maestro Mongo Rives, de la forma en que se tocó siempre en los guateques pineros, con la célula rítmica que lo diferencia de otros ritmos cubanos”.

Visto así parece perfectamente centrada la defensa, los ejecutores actuales del sucu suco lo mantendrán sin cambio alguno, justo como surgiera o como llegara hasta los tiempos actuales. Todo un símbolo de identidad, cubanía y pineridad. Pero… hay otros factores que inciden en la conservación de cualquier bien patrimonial, y estos tampoco pueden dejar de tomarse en consideración.

¿A cuántos jóvenes, de cada cien, les importa aprender a interpretar o bailar chachachá, mozambique o ritmo pilón? ¿Y a cuántos sucu suco? ¿Se han realizado encuestas para conocer sus preferencias, qué nos reflejan? La respuesta es obvia, no hay interés significativo, esa es la cruda verdad.

Otra cosa es que un instructor de arte vaya a una escuela, motive a los niños, haga una selección y forme un grupo para el cultivo del sucu suco. Esto –que no está mal– tiene para mí el mismo sabor gastronómico de cuando nos dan un menú dirigido, donde solo tenemos la opción de aceptar o no, pero sin que determine nuestra preferencia.

El cultivo de las tradiciones no puede ni debe imponerse, ellas son el recuerdo de buenos momentos o hechos pasados. Los malos no forman tradición. Estas costumbres tampoco son inmutables. Cambian y se ajustan a los tiempos, aunque sin perder la semilla ni el motivo de su origen.

Los techos coloniales que forman el casco histórico de Nueva Gerona se hacían de madera, de tablones y tablas a las cuales se superponían tejas de barro. Hoy se usan vigas y losetas de cemento. Pero, en esencia, y a pesar del cambio, para la generación actual continúa siendo el casco histórico de la ciudad.

El primer sucu suco del que tengamos referencia aconteció en 1848, fue precisamente en Nueva Gerona, avanzada la noche, y en protesta contra un bando militar del gobernador Francisco Rasco. ¿Los instrumentos musicales? Machete, lima y fotuto o guamo.

Evolucionó con los años y se agregaron vihuela, guitarra, guayo, marimba y quizás algún otro que no retengo. Mas, seguía siendo el mismo ritmo improvisado, monótono, que ya definía un compás cuando llegó hasta los Rives y González. Se le agregó entonces un bandoneón (modernizado al cambiarse por acordeón), y continuó siendo el sucu suco pinero.

Otras actualizaciones vendrán en el futuro, no debemos objetarlas.

Es su vida, su regeneración. Quizá se le agreguen instrumentos de viento, metales (como ya han hecho algunos, con acierto). Con esto, nada cambiará en esencia si preservamos la semilla. El sucu suco continuará, otra vez reconfortado, siendo un bien patrimonial intangible, símbolo de pineridad.

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