Réquiem por la Capilla del Arte Rupestre Caribeño

El arqueólogo Juan Guarch Rodríguez, uno de los dispuestos a colaborar en la recuperación de lo rescatado por sus padres, ya fallecidos. FOTOS: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Cambios en el entorno causan daños crecientes al interior de la espelunca. Un alga verde-azul carcome y borra las pictografías aborígenes. Subsiste apenas un 20% de lo rescatado en 1967, con el primer intento de restauración.

Alertado por amigos cercanos a ese entorno acabo de visitar la cueva No. 1 de Punta del Este. Aquella que el investigador Fernando Ortiz reportó, hace más de un siglo, como hallazgo de primer orden para la arqueología cubana. Por la abundancia y belleza de sus pictografías aborígenes la denominó entonces, magistralmente, Capilla Sixtina del Arte Rupestre Caribeño.

Entre las precisiones que nos dejó está la de que al interior de la misma entraba, hasta lo profundo, la luz del sol. Hoy no es así, y un alga verde-azul prolifera en su interior, carcomiendo las pictografías por debajo, desde su asiento rocoso. Por ello, lo que nos singularizaba en todo el Caribe, y el mundo, se va borrando poco a poco o desprendiendo… hasta desaparecer.  La invasión de la intrusa lleva más de 20 años, y los esporádicos intentos de solución o control han resultado infructuosos. Hoy asusta contemplar el estado ruinoso de aquella gruta, antes encantada, emblemática y famosa.

Cierto que recientemente se realizó el levantamiento en 3D, y se conserva digitalizado; es posible, gracias a esto, repintar con exactitud las 213 pictografías rescatadas en 1967 bajo la dirección del arqueólogo José Manuel Guarch Delmonte y el pincel de su esposa, Caridad Rodríguez Cullel. Hacerlo, urge. Subsiste apenas un 20% de lo recobrado con aquel primer intento restaurador.

En consecuencia, es tiempo de no aguardar por bienhechores ajenos a esta isla. Puede lograrse con su ayuda, y debe serlo puesto que carecemos de los especialistas competentes, pero la gestión debe partir de nosotros, ser pinera e inmediata. Precisamos de acciones enérgicas y congruentes, capaces de atajar el deterioro progresivo y repintar-recobrar aquel tesoro arqueológico de trascendencia universal, visible para nuestra generación hace más de 50 años y que hoy es casi un recuerdo.

En grandes tramos casi todo fue borrado por la invasión de la minúscula planta invasora. FOTOS: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Camino de acceso a la caverna, con vegetación cerrada. FOTOS: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Entrada a la cueva, ahora sombreada por la vegetación. FOTOS: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Un alga verde-azul avanza en su labor destructora. FOTOS: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Vista desde el interior, se aprecia la masa verde que corta la entrada del aire y el sol. FOTOS: Wiltse Javier Peña Hijuelos

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