Para quienes trabajábamos en los cañaverales a finales de los años ’60 el salario era de algo menos de tres pesos con 50 centavos por jornada laboral, en la cual debías cumplir una norma. Entonces una caja de cigarros costaba 20 pesos y una botella de ron 160 –si tenías la suerte de encontrarla–.

Los jóvenes bebíamos vino avinagrado, de rejo de boniato, y en las casas del campo holguinero, donde vivía, se cocinaba con sebo de res. Y no siempre estaba a mano. Habías de comerlo todo antes de que se enfriara porque después sabía a… vela de sebo.
Luego vino la zafra del ’70 y se lograron ocho millones y medio de toneladas. Comenzó una mejoría gradual de la economía. A esta le siguió la etapa esplendorosa de los ’80, cuando hubo de todo y a precios razonables. Una botella de Havana Club Carta Blanca –sigo con las bebidas como referencia– costaba 14 pesos.
A nivel de esta Isla fue el momento de las escuelas internacionalistas que tanto prestigiaran a Cuba ante el mundo. Pero ocurrió el derrumbe del campo socialista, todo se trastocó y quedamos solos, como al comienzo, para enfrentar cuantos avatares nos impusiera la defensa de nuestro socialismo.
Una soledad absoluta. Apagones inmensos y alumbrones cortísimos.
Radio Caribe cerraba su planta central y trasmitía “desde La Cuna del Sucu Suco” –así se identificaba– porque eso de bueno tiene la radio, puede salir al aire desde detrás de una piedra. En las cafeterías, algunos panes remojados en agua de azúcar, muy pocos… a los cuales “llamábamos” Pan de Gloria. Lavar con maguey y ceniza, cocinar con leña, carbón, aserrín o lo que ardiera. Jabón casero, hecho con sebo mal oliente y sosa cáustica, acompañado luego de un baño de uñas para quitarse la picazón. Bistec de corteza de toronja. No aceite ni manteca para cocinar…, estreñimiento en los ancianos y hasta en quienes no fueran de tanta edad, por falta de grasa en los intestinos. No pollo, no salchicha, no picadillo, no huevo, no compota; nada de nada.
En nuestras etapas de crisis hubo siempre más dinero que oferta. La inflación no es nueva. Ni ocurre solo en nuestro país. La covid 19 ha disparado los precios en el mundo entero. Y esto, por supuesto, encarece la compra en el mercado internacional de todo cuanto necesitamos. Agréguele a esto las restricciones que impone el bloqueo.
En los períodos referidos hubo azúcar, liberada hasta 1971 y luego en cantidades suficientes fuera de las bodegas. Y el cubano, con azúcar, desde niño hizo maravillas. Ahora no la tenemos y bien que se hace sentir.
Tampoco hubo las apocalípticas redes sociales, esas que cada día le ponen la cabeza mala a quien se la deje poner, anunciándole que a nuestro socialismo le quedan 24 horas y que mañana el cielo se va a caer.
En conclusión y sin ser ciegos a al día a día, la “cosa está mala hoy”, sí, pero ¿estamos peor de lo que estuvieran quienes nos antecedieron? ¿Se sobrepusieron ellos al mal momento y lograron salir adelante o levantaron los brazos y se rindieron porque “así no se puede seguir”?
Respóndame, amiga-amigo, pero con su manito al pecho, sobre el corazón.