“Por algo tengo tantos clientes”

El suyo es un oficio que demanda una constitución física consistente, y aunque Adonis García Matos no carece de ella “…este es un trabajo engorroso, agotador. Yo termino, por las tardes, sin pie, y cansado hasta… vaya, ¡listo para sopa!”

Adonis es herrero, el único de tal especialidad en la zona de La Fe y acaba de establecerse a la entrada del poblado, frente al reparto Ángel Alberto Galañena, a un costado de la carretera que va a La Ceiba.

El suyo es un local independiente, sombreado por los árboles de acacia, espacioso y con una ventilación completa, como demanda un trabajo con una muy fuerte y constante actividad muscular.

Adonis es pinero y tiene más de 20 años de experiencia en lo suyo, “…aunque soy autodidacta. Comencé leyéndome un libro sobre soldadura, y me hice soldador. Trabajé hasta hace poco en una empresa estatal y luego pasé a ser trabajador por cuenta propia, pero siempre en lo mío: el hierro”.

Y no hace solo la conformación de este metal, “aquí se hace de todo, lo mismo chapisteo una lavadora que un carro, una reja, una puerta, un bastidor de cama… lo que haga falta. Y quien venga, resuelve su problema de inmediato”.

Solo dos cosas no hace, “…herraduras y clavos de herrar. Eso no es lo mío; es trabajo de herrador, no de herrero”.

Antes, mucho antes, en siglos pasados, ser herrero no era tan dificultoso aunque nos parezca lo contrario. Fue siempre rudo, eso sí pero se disponía del “hierro de forja”, más blando y maleable, que se comercializaba en largas tiras, de un mismo ancho y grosor. Por eso, todas las rejas coloniales tienen igual consistencia. Al herrero bastaba solo moldear las tiras según el diseño escogido y fijar cada tramo con remaches del mismo material.

Hoy Adonis trabaja con el hierro que le faciliten sus clientes, algunos al carbono y con dureza extrema, solo domesticables, sin forja, por la soldadura.

“Chico, a mí me gusta este trabajo, disfruto hacerlo, no por buscarme cuatro pesos. Lo hago porque me gusta, y lo hago con calidad; por algo tengo tantos clientes. Y son ellos, los clientes, quienes hacen la mejor propaganda, ¡nadie habla mejor de ti, de tu trabajo, como un cliente satisfecho!”

Y al definir su vocación, Adonis reitera concluyente“…yo soy un herrero empírico. No lo estudié. Como te contaba, me leí un libro sobre soldadura cuando era muchacho y me metí en esto… ¡porque me metí en esto!”

En Adonis encontré a un emprendedor exitoso –y no son pocos–, lo cual me permite ahora remarcar aspectos de total vigencia. No basta acogerse a la opción de trabajar por cuenta propia. Quien monta un timbiriche para revender productos que otro cosecha, produce o elabora, no va lejos. Este paisano clasifica más bien como buscavidas ocasional, pero sin mayores perspectivas de crecimiento económico futuro. Y lo peor, para medrar le importa solo obtener la mayor ganancia, aumentando precios.

Otra cosa es si usted hace un estudio de la zona donde pretende establecer su negocio y define un segmento de mercado donde tenga poca o ninguna competencia. Ahí sí puede prosperar, y más si se atiene a esta Regla de Oro: Haga que su prestación sea de la mayor calidad, y al menor precio. Un cliente satisfecho –según el criterio de Adonis, el mío y de muchos más– es quien mejor hablará de usted y su negocio.

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