
Trasladar las plantas desde el rinconcito de la cocina hacia el banco del patio a tomar su baño de sol se ha vuelto un ritual mañanero. Chequea el estado de cada una, realiza el conteo de posturas y si alguna se marchitó él se aflige, pero no se rinde, pues constancia, dedicación, voluntad y paciencia definen al pequeño emprendedor.
Con el cierre de las escuelas ante el complicado escenario epidemiológico del país, no ha dejado de aprender y desde casa emplea el tiempo libre en tareas que, más allá de entretenerle, aportan a su formación.
Kevin Rafael López creó una “parcela portátil”, así llama a los recipientes –macetas, latas, pomos plásticos, cajas de jugo desechadas, bolsas de nailon– en los cuales cultiva su pedacito en el centro de Nueva Gerona.

“Tengo ají, ajo porro, comino, ajo, espinaca, uva, guayaba, maracuyá, plátano, mamoncillo y la de manzana creció un poquito, pero al final no se me dio.
“Me gustan la tierra, el campo, los animales; creo que lo heredé de mi abuelo Rodolfo. Él también siembra y vive inventando; en eso nos parecemos muchísimo –sonríe–. Además, busco información en Internet y escucho los consejos que me dan los mayores, eso me estimula mucho”.
Con apenas diez años posee planes ambiciosos repletos de un matiz solidario digno de admiración: compartir con los más necesitados.
“Sueño tener una finca bien grande donde pueda cultivar y criar de todo. Así contribuiré con la alimentación de mi familia, de los vecinos y en especial con los hospitales, las casas de abuelos, los hogares maternos y de niños sin amparo”.
Sin dudas un noble propósito. No en vano Kevin es querido en el barrio tanto por los adultos como por sus contemporáneos. Su carisma enamora a quien conoce a este chico optimista, osado, creativo y de bellos sentimientos.

De esa manera queda labrado el camino de un futuro promisorio. Si logra sus objetivos hallará el premio a su entrega en el agradecimiento de cada beneficiado y “en eso –como expresara en una ocasión el Comandante en Jefe– es en lo que más debemos pensar: en los niños de hoy, que son el pueblo de mañana. Hay que cuidarlos y velar por ellos como los pilares con que se funda una obra verdaderamente hermosa y (…) útil”.



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