Este viernes el nombre de Francisco González Cueto, conocido como Paquito, el primer mártir de los pioneros, será el centro de los matutinos de las primarias del país, pues el 29 de septiembre de 1933 cayó con el cráneo destrozado a balazos en la calle Reina, en La Habana, en medio de una muchedumbre despavorida.

Desde pequeño padeció las penurias de la pobreza. Nació el 19 de octubre de 1919 en La Habana. Era un buen estudiante, inquieto, generoso, de carácter jovial, siempre de buen humor; además, le gustaba el cine, jugaba a la pelota y era aficionado a los animales.
A pesar de su carácter alegre y su gusto por compartir con los niños de su edad, tuvo una formación ideológica prematura, era sorprendente verlo conversar con personas mayores acerca de temas de actualidad, en específico de las luchas revolucionarias.
En 1933 ingresó en la Liga de Pioneros, organización infantil del primer Partido Marxista Leninista de Cuba. Ese mismo año llegaron desde México a la Habana las cenizas del dirigente revolucionario Julio Antonio Mella para rendirle un homenaje popular y colocarlos en un obelisco que se levantaría en el Parque de la Fraternidad.
Los militantes comunistas Juan Marinello, participante de la Protesta de los Trece contra Alfredo Zayas en 1923, y su esposa María Josefa Vidaurreta, gestionaron ante las autoridades aztecas el permiso de trasladarlo, fue concedido y se efectuó la incineración y las cenizas del joven líder las trajeron en un cofre metálico.
Una enorme multitud las recibió en los muelles. Las velaron en el local de la Liga Antiimperialista, ubicada en las calles Reina y Escobar, donde trabajadores, militantes comunistas, intelectuales y pioneros, hicieron guardia de honor.
Alrededor de las tres de la tarde sacaron la urna. Esperaban miles de personas con brazaletes de sus organizaciones, carteles y telas con consignas antiimperialistas. En el balcón, el dirigente comunista y poeta Rubén Martínez Villena, pronunció su último discurso público, pues fallecería el 16 de enero de 1934 víctima de la tuberculosis. Terminada la alocución inició la marcha.
Paquito y sus compañeros de la Liga de los Pioneros, creada en 1931 por orientación del Partido Comunista, después de rendir guardia de honor ante la caja con las cenizas de Mella, se unieron para acompañar el entierro.
Con solo trece años, Paquito percibió la importancia de su presencia en aquel duelo, era el 29 de septiembre de 1933; la mamá intentó convencerlo de que no fuera, pero él le respondió: “Julio Antonio Mella ha muerto por la Revolución y mi deber es ir al entierro aunque me maten”’. Marchó junto al pueblo, portando un cartel donde se leía: Abajo el imperialismo.
La policía lanzó una feroz represión contra los manifestantes, la brutalidad y el miedo abrieron fuego y la metralla alcanzó a Paquito, su cuerpo fue abatido en medio de la muchedumbre, cayó así el primer mártir de los pioneros cubanos, y también decenas de trabajadores.
Ejemplo de responsabilidad y bandera de lucha para los pioneros cubanos. Su cuerpo quedó sobre un charco de sangre, cayó con su bandera de la Liga de Pioneros y su brazalete rojo, aún no había cumplido los 14 años.