Mi abuelo el Varón Herrera

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Corren por sus venas las tradiciones y la gracia de saber contar historias, es nieta del Varón Herrera, el más alto exponente de la oralidad pinera. “No llevo su apellido porque Pablo Herrera, mi padre, no fue quien me inscribió, sin embargo estoy muy orgullosa de mi abuelo, dejó una memoria agradable entre los pineros y es lo que importa. Lo más triste no es morirse sino pasar por la vida y no dejar siquiera un hilito colgando para que nos tengan presente”, confiesa Esperanza Marcel Sierra, de 84 años.

“Crecí en la costa sur y allí me hice mujer. No había otra vía para entrar o salir que no fuera por mar. Entonces la vida era dura en aquellos contornos. Ahora, cuando hay hasta Consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia.

“Hoy vivo en La Fe, con mi hija. Tengo mis achaques, pero voy tirando. Hago jabas, agarraderas, paños de cocina…, eso siempre fue lo mío. Nací pegada a la máquina de coser. Ah, y atiendo a un bisnieto, el que más viene por aquí.

“Me gusta tener cierta independencia y aportar a la casa. Con mis costuras y la pensión por viudez… no serán mucho,  mas pongo mi granito de arena”.

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