Memorial buque Pinero, Monumento Nacional

Foto: Archivo (El Pinero)

“… el Pinero llegó el seis de abril de 1927; el administrador del barco y mi papá fueron a buscarlo (…) Mi padre fue su primer maquinista y luego yo le sustituí como ayudante.

“El casco original había sido construido en Filadelfia, Estados Unidos, en 1901. Por cierto, con él se inicia la navegación a máquina entre Batabanó y la Isla, pues antes eran goletas a vela lo que había; y después, vapores. El Pinero es la primera motonave, el primero con motores de petróleo…”, Antonio Felipe Vázquez (Tatá); maquinista del Pinero.

“… dos motores diésel de 180 caballos de fuerza, siete a ocho nudos de velocidad, 25 camarotes de dos literas cada uno, 60 sillas de extensión, en dos hileras a lo largo del pasillo, frente a los camarotes; tenía capacidad para 160 pasajeros. Su tripulación oscilaba entre 15 y 20 hombres…”, Mario Mencía, periodista e investigador.

“… el Pinero no es barco de travesía por mar, sino para lagos y ríos; por tanto, no posee mucho calado y como tiene una estructura muy grande, apenas se bambolea. Se construyó sobre el casco de un barco que se había quemado e imitando las formas del Cristóbal Colón. Al llegar a Cuba se descubrió que tenía defectos en su estructura y hubo que hacerle muchos arreglos. Eso tardó dos meses”, Alberto Mendive, contramaestre del buque.

II

En 1955, el Pinero “… salía de Nueva Gerona a las ocho de la noche todos los domingo, martes y jueves; llegaba a Batabanó ocho horas después, entre las cuatro y cinco de la madrugada del día siguiente.

Lunes, miércoles y viernes, a las diez de la noche, iniciaba su retorno a Isla de Pinos. Su pasaje costaba tres pesos por persona, Mario Mencía.

“…sirvió también como barco de traslado para decenas de presos que eran enviados a Presidio Modelo. Muchos de los jóvenes luchadores de la Generación del ’30 entraron o salieron de la Isla en su cubierta, e igual sucedió con los jóvenes que hicieron la última etapa de la Revolución Cubana”, Francisco Echavarría Saumell, historiador e investigador.

“… el traslado de Fidel y sus compañeros desde Isla de Pinos a Batabanó se hizo en un viaje especial (…), los únicos pasajeros que transportamos ese día fueron los asaltantes del Cuartel Moncada y algunos familiares. Mi padre fungía como primer maquinista. Los tripulantes no tuvimos vinculación con ellos, estábamos en el cuarto de máquinas y nos tenían prohibido subir.

“Fidel paseaba de un lado a otro, yo creo que durmió muy poco, si es que lo hizo; para mí que no se acostó, estaba muy activo. Desde debajo de la escalera lo vi pasar varias veces. Luego supe que, precisamente a bordo del Pinero, habían tenido la primera reunión para decidir qué pasos dar por la libertad de Cuba”, Tatá.

RECUADRO/ El viernes siete de julio, siete semanas y media después de la reunión abordo del Pinero, Fidel sale rumbo a México, al exilio; hacia la preparación de la última alternativa posible: la lucha armada.

III

“… no sé cuántos viajes dio después del triunfo revolucionario, transportando incluso material de guerra cuando Playa Girón. No se descansaba, no se dormía, pero se hacía porque eran lágrimas de felicidad… Revolución de a diario… ¡Qué tiempos! ¡Qué bien que se portó el Pinero! ¿Quién que en aquellos primeros años de la Revolución vino a la Isla a  rabajar, estudiar o vivir, no lo hizo alguna vez navegando en el Pinero?, Tatá.

IV

Ya hay dos generaciones –una que sobrepasa los 30 años y otra los 15– que han conocido solo de una plaza en Nueva Gerona donde se realizan actos masivos, y que tiene al casco del buque Pinero a un costado. Ni idea de su esplendor como memorial, en tiempos bastante cercanos.

Pero hasta finales de los ’80 ese casco tuvo completa su superestructura, con las cubiertas de pasaje y de botes reconstruidas hasta el mínimo detalle. Desafortunadamente su maderamen, aunque de excelente kambala angolana, estuvo pronto sentenciado por un mal incurable: el virus azul de la madera.

Por eso, con frecuencia tenían que cerrarse áreas a los visitantes para sustituir tablones podridos, calafatear y repintar. La histórica embarcación sufría las consecuencias de ser reconstruida in situ, pero a la intemperie, expuesta a la contaminación de las lluvias y el polvo que diseminaron la enfermedad.

Los gastos pronto sobrepasaron los cuatro millones de pesos, erogación insostenible. Se impuso, entonces, cerrar el memorial, salvando su trascendencia histórica. Quedaría expuesta solo la parte capaz de resistir la intemperie, el casco de acero, y como complemento visual la maqueta que hoy puede apreciarse en el Museo Municipal.

V

/RECUADRO/ El diez de octubre de 1978, por Resolución del Ministerio de Cultura, se declara Monumento Nacional al ferry Pinero.

Otros artículos del autor:

Historia Isla de la Juventud
Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *