
La vida útil de un parque fotovoltaico se estima en unos 25 a 30 años, pero todavía no ha transcurrido ese tiempo desde que el primero se instalara en el mundo. Considerémoslo entonces como un plazo estimado según pruebas de laboratorio en condiciones ideales, muy diferentes a las que tiene nuestra isla, situada justo en el corredor de los ciclones. Terruño querido donde, cada año, no falta uno que otro con fuerza dos o más, a los cuales deben enfrentar los paneles solares pensados para vientos de hasta unos 120 kilómetros por hora, o sea, fuerza uno.
Este es el tema del presente comentario.
Sin embargo, y aunque no desconocen semejante realidad, hay cinco gigantes que han apostado en grande por esta fuente de energía. China, lidera el grupo, con el 45 por ciento de las instalaciones mundiales; le sigue la Unión Europea (27 países), Estados Unidos, Brasil e India.
Instalar uno de estos parques fotovoltaicos, no es tan barato como pudiera pensarse. Tomemos como referencia el que acaba de entrar en servicios en la Escuela de Enfermería, Cotorro, La Habana. Allí, los trabajos –estimados según cronograma de ejecución para unos 200 días– comenzaron en agosto del año pasado con los locales habilitados para trabajadores. Y entre junio y julio iniciaron el hincado, tras la llegada de 16 300 pilotes (Vaya tomando nota de estas cifras)
En agosto inició la instalación de 1638 mesas, soportes de los paneles o módulos solares. Luego comenzó el montaje de los paneles, 42 588, capaces de generar una potencia de 560 watts pico durante la máxima generación, en correspondencia con la intensidad de los rayos lumínicos recibidos.
Todo esto lo atienden ahora unos 30 operadores que se distribuyen en cuatro turnos de trabajo, con un día de labor y tres de descanso.
Este parque aportará, anualmente, más de 37 gigawatts hora, y un ahorro superior a las 8 140 toneladas de combustible. Y aunque los paneles solares sean de producción nacional (Empresa de Componentes Electrónicos Ernesto Che Guevara, Pinar del Río), si a todas las cifras que fui citando sumáramos el salario de los operarios, y las acciones de limpieza o mantenimiento del área, entonces estamos hablando de una inversión considerable.
Y todo eso, incluidos los parques fotovoltaicos que levantamos en el territorio pinero, está totalmente desprotegido contra los embates de los fuertes vientos. Resulta como si metida la cabeza en la arena, al modo avestruz, nos negáramos a admitir que no siempre tendremos condiciones ideales, de laboratorio, y que lo hoy construido o por construir nos va a durar… de 25 a 30 años.
Vaya a la fortaleza de la Cabaña, en La Habana, y observe un detalle. Se lo debemos al ingeniero militar francés, marqués de Vauban: ni los más fuertes vientos ni el disparo directo de la artillería podrían dañarla. Un parapeto de tierra la circunda. Fue extraída de donde mismo se construyó la fortaleza.
Lo propio valdría para los parques fotovoltaicos.
Ahora, levantar un parapeto de tierra que los proteja por todos sus lados, no creo que sea viable por falta de equipos y combustible. Cualquiera lo entiende, pero sembrarle una ancha y robusta cortina rompevientos, con árboles de raíces profundas, de esos que resisten a los ciclones, sí que resulta bien posible.
El comentario está bastante abarcador, hasta el último párrafo. Los técnicos e ingenieros que atienden la energía renovables a quí en el territorio, están permanentemente intercambiando, cómo se puede modificar(buscar mejor posición)lo que vino por diseño, como postes del alumbrado, el asta de la bandera etc, que hoy repercuten con sombras en el rendimiento optimo de un emplazamiento de estos, se inmagina sembrarle árboles a los alrededores.