Levantar la varilla condiciona los saltos de altura

“¿A quién se le puede ocurrir que la Isla sea sede del 26 en el próximo año si aquí nos falta de todo? ¡Hay que estar loco para proponerse algo así!”

No ha faltado quien manifieste semejante criterio, ¿verdad? Una mala vibra, atravesar palos a la rueda, ver las manchas antes que la luz del sol –como nos previniera Martí–. Quizás hasta a usted le haya cruzado por la mente la idea de que se pretende “estirar los pies más allá de donde alcance la sábana”.

Redacción Digital

Pero es esta una “locura” menor si la comparamos, por ejemplo, con la de enfrentar a un ejército moderno, con aviación y bien armado, en la proporción de diez a uno, o con la creencia de que la unidad y fidelidad de un pueblo pueden corromperse con castillos en el aire.

Vueltos a lo interno, nuestra Isla –al terminar la pandemia– estaba como aletargada, dormida y habíamos consumido casi todas nuestras reservas; similar ocurría en el resto del país. Romper esa inercia, alzarnos en nuestra propia Sierra Maestra, necesitaba de muchos que como Hércules fueran capaces de acometer “imposibles”. Una idea ambiciosa capaz de contagiarnos, devenida en plan que abarca hoy a todos los sectores de la sociedad y la economía.

Un plan que implica el entrenamiento de cuadros y dirigentes, así como la compulsión a salir adelante para quienes habrán de hacerlo posible, afrontando las carencias actuales y cuantas aparezcan en el futuro.

Contingencias de cualquier tipo pueden afectarlo, acortarnos la mecha en ciertas producciones o servicios, pero –nadie lo dude– en alzar la varilla está el secreto para alcanzar los saltos más altos. Salga el sol por donde salga, la Isla quedará notablemente mejorada. Parafraseando al Comandante en Jefe cuando informó que no alcanzaríamos lo que nos habíamos propuesto para la zafra del ’70: si no nos hubiéremos propuesto los diez millones de toneladas de azúcar nunca habríamos alcanzado los ocho y medio millones.

Puede suceder que no alcancemos ser sede esta vez, pero quedarán creadas las bases sociales y económicas para alcanzar el 26 al año siguiente. Aunque, este paso redoblado de ahora, no somos los únicos en forzarlo a nivel de país. Otros, y con buenos resultados, también optarán por lo mismo.

De momento, a los pineros les quedará la certeza de que podemos plantearnos cumbres muy altas a pesar de las dificultades por las que atravesamos. Se ha consolidado la confianza en nosotros mismos y despertaron potencialidades que ni sospechábamos, fortalezas que podrán dirigirse a otras conquistas.

En el municipio no nos falta de todo, como alguno esté empeñado en hacernos creer. Somos atendidos de manera directa por la máxima dirección de Gobierno, y en tal sentido disfrutamos prioridades que no tienen otros territorios de mayor relevancia económica. Pero la situación financiera cubana, por todas partes bloqueada, no permite holguras, se hace sentir. Sin embargo, lo que nos hemos propuesto aquí –ser sede del 26 en el 24– va acumulando un éxito tras otro. Y nada genera más éxitos que las vivencias de éxitos, es un axioma sicológico.

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