
Por su belleza y fragancia, Panamá, Guatemala, Colombia y Venezuela tienen a diferentes especies de orquídeas como su Flor Nacional. Estas plantas son tan antiguas como los dinosaurios. En Cuba las hay acuáticas (a veces florecen sumergidas), otras producen dermatitis, apestan a pescado descompuesto, embriagan con su aroma avainillado o carecen de olor. También las hay medicinales, por lo general con una aureola homeopática, curativa, tan grande que sobrepasa a cualquier otro tipo de flor.
Tampoco faltan las que pueden ser preparadas como té, resulta una bebida estimulante, agradable y de sabor aromatizado, una vez se les brindó inclusive a los familiares de los Cinco Héroes, cuando visitaron el Balneario de Aguas Termales.
En Papua, Nueva Guinea, crece la orquídea más grande. Alcanza 20 pies de alto y sobrepasa la tonelada de peso. Ningún nativo se atrevería a reposar bajo su sombra.
Nosotros tenemos su antípoda.
A unos diez kilómetros antes de llegar al radar de Punta del Este, se encuentra la especie más pequeña del mundo. Apenas un ligero amasijo de raicillas, tan delgadas como hilos telefónicos. Sin tallo ni hojas. Nada verde. Sus flores, escasas y de un color blanco amarillento, son más pequeñas que un grano de arroz. Para los floricultores, una especie con valor decorativo casi nulo, pero ¿cuál aficionado a las orquídeas no quisiera tener semejante rareza en su jardín?
Una aspiración a la cual ha respondido José Luis Ginarte Galego en más de 20 años, durante los cuales desanduvo incontables montes en esta Isla, a la búsqueda de orquídeas exclusivamente pineras.
“Mi sueño siempre fue levantar un orquideario con lo nuestro, eso que nadie puede mostrar –añora–, y estoy seguro de que tendría un gran atractivo. De las más de 30 especies que crecen en nuestra Isla, ocho o nueve décimas partes son comunes, sobre todo con el occidente del país, pero lo otro –y no lo conocemos todo– es sorpresa para cualquiera.
“Ahora tengo la posibilidad de convertir en realidad lo que siempre quise. Estoy atendiendo una finca, de mi papá, inmediata al hotel de la playa Arenas Negras. Y el lugar es que ni pintado para montar algo así. Tiene la vegetación raleada, como la demandan las orquídeas, lajas de mármol, hierba de jardín. Agua suficiente. ¡Visitantes asegurados…! ¡Tiene todo!
¿No estará muy cerca del mar, y el aire salitroso…?
“Ni te preocupes –responde José Luis. Ya tengo experiencia. Nuestras orquídeas crecen en su mayoría cerca de las costas, y están hechas a ese ambiente. A las demás… se les pone una protección vegetal, un seto vivo, se riegan con agua dulce al atardecer y despreocúpate… ¡esas no se mueren!
¿Cuál sería tu especie insignia?
“¡La orquídea de chocolate! –afirma sin titubear. Huele a chorote baracoense cuando lo pones al fogón y desprende el aroma ese… que a cualquiera le hace la boca agua. Ninguna pinera, cubana o extranjera, se le para al lado. Además, tiene diferentes formas de presentación; ¡varios colores, cada planta con el suyo, sin dejar de ser de chocolate