Fueron muy torpes los verdugos de Fulgencio Batista cuando pretendieron encerrar la libertad y los sueños entre los barrotes, muros y pinares de la segunda ínsula cubana, porque en realidad voló más alto el ideal redentor desde el terruño, que tampoco pudieron aislar ni apartar del torrente revolucionario que siguió las ideas de José Martí aquí confinado mucho antes.

Tan larga data tenía el empecinamiento de los déspotas que ni desterrando al adolescente patriota pudo el colonialismo español doblegarlo, ni que fuera el autor intelectual del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, y siguiera inspirando.
Fue lo que ocurrió aquí con los osados combatientes de esa gesta y de la que continuó igualmente heroica en la cárcel de la entonces Isla de Pinos, de donde salieron en libertad hace 70 años tras librar una batalla de ideas que trasciende y alecciona en la Patria nueva amasada tras las rejas y el aislamiento que, sin embargo, unió y preparó para venideras contiendas.
Por eso al bajar la escalinata del edificio principal de Presidio Modelo con Fidel al frente aquel domingo 15 de mayo de 1955, ellos escribieron historia, salvaron los principios y el futuro, remontaron decisiva etapa hacia la definitiva emancipación de la Patria y abrieron puerta y camino al enero victorioso de 1959 con palomas blancas, caravana de regocijo e insospechados retos.

El triunfo arrebatado a la tiranía aquel domingo en que la vanguardia se rencontró con el pueblo que esperaba afuera del penal fue resultado de muchos factores y momentos desde la dura cárcel.
En su Reflexión sobre las reflexiones en el 2007 durante esa nueva etapa de su permanente batalla de ideas, Fidel valora sobre su confianza en la comunicación con las masas y confiesa más de medio siglo después: “Ahora constituye, igual que cuando estaba en lo que se llamó prisión fecunda, un enorme deseo de estudiar y meditar mientras dura mi rehabilitación”.
“Nuestra estrategia en la prisión
–apunta el asaltante Ernesto Tizol– era no perder un solo momento de la preparación política, cultural e ideológica, para estar más aptos cuando reiniciáramos la lucha una vez fuera de la cárcel”.
Raúl Castro, quien compartiera junto a su hermano el aislamiento de la celda, confirma años después: “Cuando los dirigentes revolucionarios salimos de prisión en 1955 ya existía una estrategia de lucha elaborada”, para el nuevo contexto, ahora con el programa contenido en La Historia me absolverá, el alegato de autodefensa de Fidel en el juicio del Moncada y que el joven líder reconstruyera y sacara burlando la férrea censura.
“Nuestra libertad no será de fiesta o de descanso, sino de lucha y de deber”, vaticinó el jefe del movimiento tras salir del encierro y 70 años después, ya con ese derecho convertido en patrimonio de todos, los pineros lo hacen realidad en las calles que conocieran de sus primeros pasos tras la prisión.

La escalinata por donde descendieron Fidel, Raúl y demás revolucionarios que aquel 15 de mayo abrieron etapa irreversible será tribuna ese día nuevamente de una evocación llena de simbolismo, juventud, compromiso y arte, con la misma firmeza y renovada confianza del pueblo en su vanguardia.
Y es que el movimiento popular que rememora la movilización que aclamó a su joven líder hoy convoca a hacer más, impulsar tareas, resistir y crear.
Si cada 15 de mayo agita la celebración en pos de reditar en los distintos frentes aquella victoria en que Fidel y sus compañeros salieron del Presidio Modelo a conquistar el triunfo definitivo, el aniversario 70 inspira motivaciones y empeños, porque de fiesta anda la libertad en la Isla soñada por él.
Ciertamente, no descansa este júbilo de liberación, de lucha y deber conquistado para siempre.