Cuando ocurre la caída en combate de José Julián Martí Pérez, el 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, el poeta y diplomático nicaragüense Rubén Darío, exclama: “Maestro, ¿qué has hecho?”.

No llega a entender que detrás del verbo iluminado de Martí que brilla en la poesía, la narrativa, el ensayo, la oratoria, el periodismo, la epístola, la crítica de arte; de su impecable magisterio, de su altura ética, está el genio político que constituye la esencia de su vida y obra.
Tampoco puede descubrir en los versos o la prosa martianos al más importante precursor de la lucha antimperialista de América, al más notable ideólogo político social nacido en este continente al igual que Simón Bolívar, ambos figuran en la cúspide gloriosa de la gran patria latinoamericana.
En su discurso en el acto central por el aniversario 80 de la caída de José Martí en Dos Ríos el extinto intelectual y político cubano Armando Hart Dávalos menciona un asunto curioso que acontece respecto al Héroe Nacional de Cuba: “En vida, todos conocían el radicalismo de su pensamiento. Muerto, la burguesía trató de brindar una imagen angelical, moralista y apostólica de su figura. Se ocultaba su pensamiento político. Es justo destacar que algunos estudiosos de Martí mantuvieron durante la República Mediatizada una tesonera batalla por mostrar el filo revolucionario de sus ideas”.
El más universal de los cubanos en su época lucha contra la anexión, y jamás les hubiera servido a los vendepatria que hoy intentan revivir la corriente anexionista al estilo moderno con campañas mediáticas, el desmontaje de nuestra verdadera historia, falsas noticias, memes ofensivos, persecución a los revolucionarios y el atentado cultural al pueblo para fracturar la identidad cultural.
En Martí, el sentimiento humanista y democrático-revolucionario en sus expresiones más avanzadas junto a su defensa incondicional de la población explotada del país trascienden los intereses de las clases burguesas criollas; por eso, lo entienden más fácil los obreros y campesinos mientras que lo miran con odio o con temor las clases ricas cubanas.
Actúa con realismo y sentido práctico cuando une a todas las personas dispuestas a participar en la Guerra Necesaria, funda el Partido Revolucionario Cubano –del que lo nombran Delegado–, esboza su programa, organiza la contienda, la hace viable, trasmite una ideología y una proyección política, además advierte que deben prepararse para enfrentar “al Norte revuelto y brutal que nos desprecia”.
El Maestro predijo un gran problema histórico en un momento en que tal fenómeno no podía ser entendido ni integralmente resuelto; tanto el imperialismo como el neocolonialismo comienzan a gestarse en esta isla antillana: el primer ensayo neocolonial resulta la República mediatizada de Cuba, inaugurada en 1902; la primera guerra imperialista moderna es la intervención yanqui en el proceso revolucionario cubano; a su vez, la primera guerra con carácter antimperialista es la que estalla en Cuba el 24 de febrero de 1895.
Sin exclusiones sociales, cuenta “con todos y para el bien de todos”, como la más eficaz fórmula del amor triunfante. Martí hizo el bien y lo hace todavía a 130 años de su muerte librando su primera y última batalla en el terreno militar con solo 42 años y siendo el Mayor General del Ejército Libertador y Delegado del Partido Revolucionario Cubano.
Dejó para el futuro un ejemplo imperecedero que el imperio no pudo jamás sacarles del corazón a los cubanos. Cuando Fidel en el Moncada proclama que Martí era el autor intelectual de los hechos allí sucedidos se refería a lo más querido de la conciencia social cubana.
Otros artículos del autor:
- None Found