
Conocer el pronóstico del tiempo es parte de la vida cotidiana de cada cubano. Preguntar o comentar si va a llover o si se espera un cambio de tiempo está en el diálogo de cada compatriota, y es motivo de atención antes de tomar decisiones. Sin que trascienda al dominio público, miles de directivos lo toman en cuenta al prever a diario las acciones de control epidemiológico o la demanda que enfrentará nuestro sensible Sistema Electroenergético; determinar si el trasporte aéreo y marítimo pueden o no operar con seguridad, y si nuestra Defensa Civil debe emitir indicaciones para proteger a la población, los recursos y la infraestructura económica.
La base de toda esa información está en el Instituto de Meteorología (Insmet), institución titular del Servicio Meteorológico Nacional de la República de Cuba, cuyas raíces más remotas surgen con la Estación Central Meteorológica, Climatológica y de Cosechas, fundada en mayo de 1902, bajo la jurisdicción de la entonces Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo del primer período republicano. Esta solo se encargaba de los servicios agrometeorológicos y el pronóstico de los ciclones tropicales. Poco después, en 1908, cambia su nombre al de Observatorio Nacional, entidad que se mantuvo activa hasta mediados de agosto de 1965.
El Instituto surge en la etapa inicial de la Revolución, en respuesta a la necesidad social y económica del conocimiento del estado del tiempo y el clima en una etapa de colosales transformaciones políticas, económicas y sociales que marcaban la dinámica del país.
Para su fundación, los directivos de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias, presidida por el científico y destacado intelectual revolucionario Dr. Antonio Núñez Jiménez, tuvieron la responsabilidad de desarrollar las ideas y proyecciones trazadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro, en el sentido de dar a la Revolución un sustento teórico y práctico a partir del desarrollo de una ciencia autóctona. Sin duda alguna, a Fidel se deben la voluntad y guía política en el desarrollo científico técnico del país, tanto en esos años como en las décadas siguientes.
En la lógica de aquel proceso sin precedentes en un país latinoamericano, se produce el nacimiento del Insmet, cuando se funden el citado Observatorio Nacional con el Departamento de Meteorología de la Academia de Ciencias, sumándole la experticia y la base instrumental existente en los observatorios de la Universidad Central de Las Villas, la de Santiago de Cuba, y otras instalaciones afines. Ello incluyó la integración de los recursos humanos de dichas entidades y su infraestructura, reemplazando el modelo institucional anterior por un concepto moderno y en armonía con las tendencias mundiales de la meteorología tropical.
En ese contexto, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Comandante y Ministro de las FAR, emitió el 24 de agosto de 1964 una resolución que transfería el Observatorio a la dirección de la Academia de Ciencias. Tras esa decisión, el 24 de septiembre de 1965 la Academia transformó su Departamento de Meteorología, lo unió al Observatorio, y lo reestructuró como instituto, cuya creación quedó formalizada en acto oficial celebrado en el Capitolio Nacional el 12 de octubre de 1965.
Las primeras misiones
En la etapa fundacional se definieron las misiones y estructura de la nueva entidad, manteniendo la verticalidad en la dirección del Servicio Meteorológico Nacional. Una decisión trascendente fue darle un componte de ciencia aplicada, traducida en áreas de investigación. Tal enfoque fue absolutamente novedoso, y hoy debemos apreciarlo como una innovación en el plano organizacional de la ciencia cubana.
La primera tarea fue perfeccionar y modernizar el servicio de pronósticos del tiempo, y acometer el diseño de las áreas de investigación y desarrollo; la ampliación de la infraestructura civil y técnica necesaria para el redimensionamiento de sus funciones, y aplicar los resultados a los ambiciosos planes de desarrollo agropecuario e industrial que se proyectaban en el país. Las líneas de acción fundamentales eran en el conocimiento del clima a escala nacional y regional, y el desarrollo de la meteorología agrícola. Un tema fundamental fue el estudio de la sequía, necesidad que estaba y permanece siempre en primer plano para un estado insular. El pronóstico del tiempo para las próximas 24 horas y los avisos de ciclón tropical, así como la predicción de los sistemas meteorológicos invernales, ocupaba también el centro de esa labor. Es justo reconocer la eficacia mostrada en tales desempeños por el doctor Mario Emilio Rodríguez Ramírez, director-fundador del Instituto, en funciones de ese cargo hasta 1977, y trabajador del servicio meteorológico hasta el final de su vida.
A partir de los objetivos de justicia social, el propósito de dignificar a la población campesina y llevar adelante los planes vinculados a la Reforma Agraria, la prevención de eventos hidrometeorológicos extremos se hizo tarea de primer orden para la dirección de la Revolución. Estos objetivos se definen en el cuadrienio 1965-1969, con la urgente llamada de atención que significó el impacto de sucesivos huracanes: Flora (1963), Cleo e Isbell (1964), Alma e Inéz (1966), Gladys (1968), y Camille (1969).
El manejo del recurso agua, y la regulación de las avenidas demandaban aportes del conocimiento, que de inmediato se expresan en la voluntad hidráulica, con la construcción de decenas de embalses y presas y obras de canalización. El Instituto tenía la responsabilidad de elaborar y remitir diariamente a la oficina del Comandante en Jefe el “mapa de la lluvia”, herramienta fundamental para la toma de decisiones por el Consejo de Ministros.
No puede olvidarse la cooperación recibida de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la República Democrática Alemana, la actual República Checa y otros países que, como es el caso de la República Popular China y Francia, colaboraron en temas de formación de especialistas y asesoría científica y técnica.
En esa etapa queda estructurada una red básica inicial de 50 estaciones, y la primera red radárica de Cuba, con tres equipos instalados entre 1964 y 1966, posteriormente ampliada en el bienio 1973-1974, con más unidades.
Un hito de especial importancia fue la introducción de la imagenología satelital, sobre la base de tecnología soviética. La primera estación receptora quedó operativa en la sede de Casa Blanca el 23 de marzo de 1969, y con ello la meteorología cubana quedó en la línea de vanguardia respecto a otros países de Latinoamérica. Otro logro de importancia fue ampliar el conocimiento del aire superior, con la introducción de estaciones de sondeo atmosférico con radiometeorógrafos. El servicio cubano estuvo desde entonces entre los pocos del mundo que contaban con estos recursos para el trabajo operativo.

Formación y Resultados Científicos
Entre los logros del Instituto y de la Academia de Ciencias está la Escuela para la formación y calificación de los recursos humanos, con tres graduaciones de meteorólogos de nivel superior, además de técnicos y observadores. La formación de nivel superior en meteorología no tenía precedentes en la historia de la enseñanza en Cuba; de ella egresaron especialistas altamente calificados y cuadros de dirección para el servicio y la investigación. La Escuela de Meteorología tiene el mérito de haber aportado a la formación de meteorólogos y climatólogos de otros países, como es el caso de Vietnam, y aplicar el método de estudio-trabajo preconizado por la Revolución como un principio de la enseñanza.
De esa manera, agrometeorología, física de la atmosfera y climatología resultan especialidades en continuo desarrollo y expansión. Se amplían los vínculos de Cuba con la Organización Meteorológica Mundial, y se forjan las sinergias interinstitucionales que preceden la conceptualización del Sistema Meteorológico Nacional, que imbrica las misiones del Insmet Nacional de Recursos Hidráulicos, el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, el Ministerio de Salud Pública, los medios de comunicación y otros factores del Estado.
En la etapa ulterior se consolida la actividad científica en la Institución y se obtienen los primeros resultados de investigación con relevancia internacional. Se amplían el papel de la informática y la cibernética, y se fortalecen las capacidades de los sistemas básicos en las provincias. Tras el primer congreso del Partido Comunista de Cuba, y en correspondencia con el proceso de institucionalización del país con las nacientes estructuras del Poder Popular y la nueva división político-administrativa, se redimensionan los Centros Meteorológicos Provinciales con funciones que se acercan a las actuales.
Varios proyectos marcan el desarrollo de las ciencias de la atmósfera en Cuba, entre los cuales hay que destacar el Laboratorio Conjunto Cubano-Soviético para el estudio de la meteorología tropical y los huracanes, que incorporó equipamiento para el reconocimiento aéreo y los estudios sobre física de la atmosfera. Se crea un polígono de ensayos de influencia activa o “lluvia provocada” en el Centro Meteorológico de Camagüey, y en septiembre de 1986 se inician los primeros vuelos del laboratorio meteorológico aerotransportado Ciclón, con medios diseñados y construidos en la Unión Soviética, emplazados en aviones cuatrimotores turbohélice Iilushin-18 y Antonov-12.
En esos años también se fortalecen y diversifican las investigaciones vinculadas con el clima y los planes de desarrollo agropecuario, sustentados en estudios de meteorología agrícola.
De Casa Blanca a la Televisión
Un desarrollo de interés está en los medios de comunicación, cuando en enero de 1981 se introduce la presentación del pronóstico del tiempo en la Televisión Nacional, a cargo de los metrólogos que los realizaban en vivo y por directo. Tanto fue su éxito, que desde entonces los especialistas que allí intervienen pasan a ser referentes de la ciencia puesta en función social.
En 1982 se crea un Centro de Cálculos, como un importante paso en la incorporación de las técnicas computacionales e informáticas a la base técnica del Insmet, como un prolegómeno de lo que será el procesamiento de datos y la modelación numérica de procesos atmosféricos. Poco después, se instalan nuevos equipos y se mejoran los ya existentes en la red de radares meteorológicos, entre ellos los de Pilón, en Granma, y Pico San Juan, en Cienfuegos.
Sobreviene entonces el reto de sostener el Servicio y la investigación prescindiendo de la técnica soviética, una vez desaparecido el llamado “campo socialista” de Europa. Esto se consigue aplicando experiencias anteriores y poniendo a prueba la capacidad científica del personal, su sólida preparación para enfrentar y solventar las dificultades, y la voluntad política del estado cubano. Entre 1994 y 1995 se crea el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medioambiente, una de cuyas estructuras, la Agencia de Medio Ambiente, asume el nivel dirección intermedio para el Instituto, y se estructuran nuevos procedimientos para los sistemas básicos y los centros especializados.
En 2003 se logra reintroducir la carrera de meteorología en el sistema de enseñanza superior cubano, a partir de la iniciativa y participación de un grupo de investigadores del Insmet, que devienen profesores. Años después, aquella Universidad del Citma, como era conocida, se transforma en el Instituto Superior de Tecnología y Ciencias Aplicadas.
En 1991, se había creado la Comisión sobre Cambio Climático, de la Academia de Ciencias de Cuba y en junio de 1992 se realiza en Rio de Janeiro la llamada Cumbre de la Tierra, enfocada en los ingentes problemas políticos, económicos y sociales que plantea el cambio climático, un evento donde el premonitorio discurso pronunciado por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, marcó una inflexión crucial en la manera de enfocar los problemas del clima a escala global y como darles una nueva mirada desde la perspectiva de los países en desarrollo.

El discurso de Fidel sintetiza una alternativa a la visión “primermundista” del contexto ambiental global, enfocando los ingentes problemas políticos, económicos y sociales que acarrea el cambio climático y sus efectos sobrepuestos a las crisis multidimensionales que afectan al mundo. Derivado de tales conceptos y por encargo expreso de la Dra. Rosa Elena Simeón Negrín, ministra-fundadora de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, se abren proyectos específicos dedicados a las investigaciones sobre la variabilidad y el cambio climáticos.
En el siguiente quinquenio el Insmet genera dos textos memorables: el libro “El clima de Cuba”, en 1994, y “Variaciones y cambios del Clima en Cuba”, de 1997, donde se destacó el liderazgo de los investigadores del Centro del Clima, del Insmet. En esa misma etapa comienzan a elaborarse los pronósticos estacionales de la actividad ciclónica, primero limitados al dominio institucional, y hoy un ejercicio predictivo que cada año espera la mayor parte de nuestra población. Tras el desarrollo del primer procedimiento matemático, entre 1994 y 1995, el pronóstico estacional se ha convertido en una herramienta para la alerta temprana, como lo han demostrado fehacientemente los resultados de 2024.
Tras el impacto del denominado “período especial” que resulta de la desaparición del bloque de países socialistas de Europa y el descenso en el producto interno bruto en el País, el Servicio Meteorológico se resiente, principalmente en lo referido a recursos materiales.
Ello nos conecta con la etapa actual, cuando en los primeros años del presente siglo Cuba es impactada por huracanes intensos, resultado de un período de elevada actividad ciclónica en el océano Atlántico. En solo cinco años Michelle (2001), Isidore y Lili (2002), Charley e Iván (2004), y Wilma (2005) dejan su huella en nuestro país.
En agosto y septiembre de 2004 se producen los intercambios entre el Comandante en Jefe Fidel Castro y el Dr. José Rubiera Torres, entonces al frente del Centro de Pronósticos del Insmet. Los programas Mesa Redonda devienen en puesto de mando nacional para la información a la población y la dirección de los procesos de reducción de desastres. En ese contexto, Fidel se interesa por las necesidades básicas del Insmet y en particular por el funcionamiento de la red básica y los radares meteorológicos; indaga sobre la digitalización de la data y la reconversión de equipos convencionales a prestaciones Doppler. Estos diálogos con el líder de la Revolución abrirán el proceso de restauración de capacidades en el sistema meteorológico, y darán un fuerte impulso a la base instrumental y de equipamiento, así como acciones de mantenimiento en la infraestructura de la sede central. Para ello se asignan fondos del programa de movilización política y social denominado “Batalla de ideas”, con los que se inicia una recuperación de la vitalidad del Servicio Meteorológico Nacional y un efectivo proceso de innovación tecnológica en la red de radares y su digitalización.
Entre los documentos esenciales de esta etapa está la Directiva no 1 del Consejo de Defensa Nacional, en respuesta al devastador efecto causado por los huracanes Charley e Iván, que partió del análisis de las acciones y experiencias obtenidas por los factores y entidades implicadas en la preparación, protección y recuperación de la sociedad. Como resultado de esta reunión en la que participaron las más altas autoridades de Partido y el Estado en los niveles nacional y provincial, se adoptaron trascendentales decisiones de carácter perspectivo.
Uno de los resultados de mayor trascendencia fue la elaboración de un documento contentivo de indicaciones sobre las prioridades y el carácter de las acciones estatales en el tema de los desastres. Este instrumento se titula Directiva número 1 del Vicepresidente del Consejo de Defensa Nacional que, entre otras acciones, incorpora al Insmet y al Grupo de Evaluación de Riesgos (PVR) cuya misión fue a la vez proactiva y metodológica.
Para el Insmet, revistió gran trascendencia la gestión estatal para un crédito obtenido de la República Popular China, gestionado por la máxima dirección del Estado y dirigido a financiar el proceso de innovación tecnológica y el fortalecimiento de las redes. Se renovó gran parte del parque instrumental y la infraestructura civil y se comenzó a estructurar una red de estaciones meteorológicas automáticas que ha continuado creciendo hasta la actualidad.

Foto: Ismael Francisco/Cubadebate
El INSMET hoy
Entre los trabajos de relevancia nacional e internacional que implican el quehacer del Instituto hasta 2020, está el aporte a la Evaluación del Medioambiente Cubano, liderado por la Agencia de Medio Ambiente, y publicado en 2009.
Asimismo, se destacan las Comunicaciones nacionales “Impacto del cambio climático y medidas de adaptación en Cuba”, resultado del trabajo integrador de un equipo expertos de alto nivel. De igual manera se perfeccionan y diversifican los aportes al desarrollo de la modelación numérica de procesos atmosféricos y oceánicos, y el trabajo sostenido de los centros nacionales: de Pronósticos; del Clima; de Meteorología Marina; de Física de la Atmosfera; de Meteorología Agrícola; de Contaminación y Química Atmosférica; de Instrumentos y Métodos de Observación; de Informática y las Comunicaciones; y el Centro de Radares, con sede en la ciudad de Camagüey.
Aún es pronto para evaluar lo acontecido en el último quinquenio, donde el Instituto no ha quedado exento de los avatares de la etapa contemporánea en nuestro país, marcada por las crisis globales que definen la compleja economía mundial en un contexto afectado por pandemias, crisis migratorias, guerras por intereses geopolíticos, y los efectos del bloqueo económico que, codificado en Estados Unidos, incide en todas las esferas de la vida de la Nación.
No obstante, merecen destacarse los esfuerzos para sostener a toda costa el Servicio y la investigación, lo cual solo es posible por la sostenida voluntad política del Estado que, a través de nuestra Agencia de Medio Ambiente, mantiene una ingente erogación de los recursos de que dispone.
Siguiendo el principio de que una institución y sus recursos materiales valen lo que valen los hombres y mujeres que la integran, resulta obligado reconocer la labor de los seis directores que ha tenido el Insmet en estos 60 años, en especial los doctores, Fabio Fajardo Moros, Tomás Gutiérrez Pérez y Celso Pazos Alberdi, así como a otros cuadros de dirección departamental que eventualmente estuvieron al frente de la institución y de sus Centros.
Un logro de estos cuadros de la entidad ha sido la formación de jóvenes investigadores que a su vez han devenido lideres en áreas de trabajo, y el hecho de que esté en marcha y se desarrolle el inevitable relevo generacional en todas las estructuras del Servicio y la Investigación. Reflejo de lo anterior está en el sostenimiento de los sistemas básicos y en el trabajo de los Centros Meteorológicos Provinciales, que han mostrado sus potencialidades para actuar con eficacia en los pronósticos y la aplicación de la ciencia en sus respectivos territorios, aportando a la premisa estatal de promover el desarrollo local.
Hoy no debe faltar el recuerdo de Fidel, líder promotor de la ciencia cubana, así como la mención de dos destacados cuadros estatales que marcaron improntas perdurables en el origen y el fortalecimiento del Instituto, ellos son Antonio Núñez Jiménez y Rosa Elena Simeón Negrín.
A 60 años de la fundación del Insmet, Cuba cuenta con plena soberanía en el conocimiento científico sobre la atmósfera y el océano en la región del Caribe, el golfo de México y el océano Atlántico del Norte. El Instituto es garante de ese conocimiento. Su misión más alta es proteger la vida de sus ciudadanos y los bienes económicos de la Nación, así como contribuir al desarrollo sostenible del País aportando herramientas desde la ciencia. Puede afirmarse sin ambages que es una entidad fundamental para la seguridad nacional.
Su actual director, Dr. Celso Pazos Alberdi, nos actualiza sobre los recursos humanos con los que cuenta el Instituto: 1 158 trabajadores, 27 de ellos con el grado de doctores en ciencias y 145 con maestrías. Seiscientos profesionales trabajan en los centros meteorológicos provinciales y en la sede central, responsables de investigar y colectar datos emanados de la red básica que integran 68 estaciones meteorológicas, más los ocho radares que cubren el territorio nacional y sus aguas adyacentes. Es justo destacar que 42% de la masa laboral del Insmet está constituido por mujeres, muchas de ellas ocupando cargos de dirección.
Orgullo de la Nación, nuestro Insmet constituye una fortaleza que sostienen y defienden hombres y mujeres consagrados al cumplimiento del deber.
*El autor del artículo es Profesor e investigador. Coordinador de la Comisión de Historia de la Sociedad Meteorológica de Cuba. Premio Nacional de Meteorología.
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