
Una islita solitaria, o más bien, una enorme roca, se levanta en medio del mar frente a punta Colombo, al norte de Isla de la Juventud, a poco menos de una milla de la costa.
Es la única que, además de la isla mayor del archipiélago Los Canarreos, recibe esa denominación geográfica por su altura sobre el nivel del mar –unos 12 metros– y su estructura geológica, totalmente, pétrea.
Los piratas antaño la llamaron Morrillo del Diablo. Si tomamos por cierto que el británico Robert Louis Stevenson se inspiró en la ínsula que antes llamaban de Pinos para escribir su libro “La Isla del Tesoro”, este pequeño promontorio sería entonces la Isla del Esqueleto.
En su naturaleza rocosa todavía se aprecian enigmáticos signos y flechas talladas en la piedra que señalan hacia los diferentes puntos cardinales como añejas claves para encontrar tesoros enterrados en ignotos puntos de la isla mayor.
Pero más allá de la huella dejada allí por los bandidos de mar, el nombre Morrillo del Diablo cayó en el olvido desde mediados del siglo XX cuando llevaron al lugar varias decenas de monos de Java, para crear una colonia experimental con fines científicos.
Este sitio, que desde entonces se le conoce como Isla de los monos, fue seleccionado para que los simios se reprodujeran en libertad y aislamiento, con el propósito de proveer los laboratorios que realizaban estudios sobre la parálisis infantil, el paludismo y la malaria.
El proyecto estuvo asesorado por la Michigan Chemical Company de Saint Louis en Michigan, Estados Unidos, fue desarrollado por el Instituto Carlos Juan Finlay de Cuba y atendido en la entonces Isla de Pinos por el doctor Filiberto Ramírez Corría.
Una década después y ya finalizados los experimentos, los simios abandonaron la isleta, dejando el recuerdo de su presencia en la memoria popular de los pineros.
Desde el Morrillo del Diablo es visible cualquier punto de la costa norte del municipio especial, como una esmeralda sobre el manto color turquesa del mar, pero envuelta siempre en un halo de misterio.
Tal vez porque está lo bastante cerca para que su presencia sea admirada, pero suficientemente lejos para intentar llegar a ella nadando.
Por eso permanece solitaria, a prudente distancia de osados y curiosos, para mantener a salvo sus antiguos secretos y leyendas.
(Con información de ACN)
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