La vi descalza en los canteros, dice que así entiende mejor las necesidades de su tierra. Aida Esther Moulin es profesora de Química, pero sumó a su rutina el sembrar su pedacito.

“Aquí tengo tres metros por cinco, es pequeño, pero productivo. He sembrado habichuela, quimbombó, yuca, rábano, col, remolacha y hace unos días recogí boniato”.
A pesar de las dificultades se logran resultados constantes, para ello cuenta que le aprendió “las manías a los cultivos”, los ciclos y las rotaciones.
Comenta que el presidente de su CDR en la circunscripción 33 del consejo popular 26 de Julio apoya la tarea y a menudo recomienda qué sería bueno sembrar luego de recoger. Hasta pensamos en frijoles, ya le contaré”.
Sin dudas Aida Esther es de las pineras que entendieron el importante llamado a producir alimentos desde el hogar, el esfuerzo familiar y colectivo, la unión del barrio.

De sus cultivos se benefician muchos vecinos; incluso los bejucos del boniato recogido sirvieron para alimentar los conejos que cría uno de los ayudantes de la profe.
“Da gusto ver nacer, crecer y cosechar. Se convirtió en parte de mi vida igual que mis alumnos”.
En su pequeño espacio, colmado de sacrificio y amor también
cuenta con plantas medicinales como llantén –de períodos aislados–, sábila, manzanilla, kalanchoe…
Incluso en cubetas viejas tiene semilleros de pimientos.
“En cualquier parte del jardín se puede obtener una producción de período corto; no hay nada como la satisfacción de ver como la tierra produce para nosotros”.
Otros artículos del autor:
- None Found