
Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Hasta 1912 don Claudio Conde Cid exportó el agua de mesa, pinera, embotellándola del manantial magnesiano, debajo del puente y sobre el río Santa Fe que atraviesa el poblado. Por sus propiedades digestivas, famosa en todo el occidente cubano con una marca comercial emblemática: La Cotorra, muy propia de un lugar que por la profusión de esta parlotera se le denominó en cierto momento como La Isla de las Cotorras.

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Esta historia se trunca con don Benito Ortiz, el alcalde pinero, quien al adueñarse del manantial Fuente de la Magnesia, a la entrada de Nueva Gerona, canceló el contrato que don Claudio tenía con el Ayuntamiento. Al sacarlo de juego pensaba desplazar al creador de La Cotorra y vender su propia agua, pero se equivocó: don Claudio olfateó a tiempo la estratagema y pasó a su trinchera de reserva. Continuó su negocio, tan campante, embotellando “La Cotorra” en… Agua Santa.
No le bastó al Cid y comenzó a mezclarla, poco a poco, con la de Guanabacoa –previendo quizás otra encerrona en los predios pineros, donde siempre estaría en desventaja frente a la autoridad–, hasta que logró acostumbrar el paladar de su clientela a un agua ciento por ciento guanabacoense, pero con la etiqueta pinera.
Fin de aquella historia.
MICROINDUSTRIA Y TURISMO AGROECOLÓGICO

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Se trata de una oferta emergente, vinculada al desarrollo del turismo local y agroecológico. La pancarta de bienvenida, donde aparece Amnerys Rivas Ávila, (la esposa de Raudel Rives Pantoja, el productor) en traje de faena y con un gran mazo de vegetales en las manos, anuncia que allí –bajo un logo propio: Minindustria, CCSF José Martí, Finca de Frutales Agua Santa– los visitantes, nacionales o extranjeros, encontrarán comida criolla, paseo en coche, consumo de frutas naturales, jugos, café carretero e infusiones; además, recorrido por la finca, área de descanso, participación en actividades agrícolas, hospedaje en cabañas rústicas, paseo a caballo, oferta de productos elaborados en su minindustria (souvenires, dulces y encurtidos), consumos de vegetales frescos y área de camping.

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
Todo en apenas dos hectáreas.
“Lo nuestro es rústico, natural, y constituye la mayor atracción
–anuncia Amnerys–, sazonado, además, con lo tradicional. Y es que el turista extranjero está cansado de tener lo mismo con lo mismo, desde que nació. Aquí encuentra otro mundo –asegura–, y a continuación puntualiza: “No hay la amenaza de que lo sorprenda un tiroteo ni lo ataque un animal feroz, lo secuestren o lo pique una serpiente. “Acostarse sobre la hierba fresca y ponerse a comer mangos acabados de coger de la mata que tiene encima… ¡imposible en Nueva York!”
Su oferta incluye, aunque no está en pancarta, la participación en juegos tradicionales: romper el coco a lo primitivo, ruta de la miel o del café, degustar un té de orquídeas, competencias entre familias, ponerle el rabo al burro, rayar la yuca, “a los hombres se les pone delantal y pañuelo y se ven de lo más graciosos porque deben hacerlo muy de prisa, contra reloj”.
Y cada mes, juegos diferentes, de modo que los repitentes encuentren siempre algo nuevo, en buena medida casi olvidado.
“Los premios –interviene Raudel– son siempre con productos elaborados en nuestra minindustria. Escogidos a su gusto. Ven y hasta participan en todo el proceso de elaboración”.
“¿La materia prima de lo que hacemos? –repite mi interrogante, y responde: “En los campos siempre queda más de un 20 por ciento de lo sembrado, como residuos de cosecha. Esa es nuestra fuente principal de abastecimiento. Y unos 20 parceleros que contribuyen con el sobrante de sus pequeñas producciones”.
ANDAR EN CUADRO APRETADO, HOMBRO CON HOMBRO

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
“Esto no lo hemos logrado solos, resume Amnerys, la Universidad nos ayudó en la elaboración del proyecto de desarrollo local: Agroturismo y Microindustria. Nos incluyeron en el Pial (Proyecto Innovador Agropecuario Local), y con ellos participamos en eventos fuera del territorio. Estamos vinculados con sus estudiantes de Agronomía, y la empresa de Turismo. Y nos traen casi todas las visitas que reciben”.
“En la Escuela de Capacitación para el Turismo, nos perfilaron el producto que ahora ofertamos a CubaTur. Y capacitaron a nuestros trabajadores. La Empresa de Proyecto diseñó todo el proceso de la microindustria. Nos ayudaron mucho, fueron muy ágiles, y se mantienen en contacto con nosotros”.
“Fue muy importante, interviene Raudel, el curso sobre Administración de Negocios, que nos impartiera un economista tan competente como el profesor Ledesma. La Agroindustrial… se encadenó con nosotros mediante contrato. Proporcionan azúcar y la pulpa disponible. Vamos al 50 por ciento de las ganancias”.
DOS FORTALEZAS: UNIDAD Y CIENCIA
No todos conocen que la tesis de doctorado de nuestro Primer Secretario del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, fue precisamente Sistemas de gestión de gobierno basados en la ciencia y la innovación. De ahí su constante llamado a incorporar ambas esferas del saber a cuanto sea posible. Los resultados en la finca Agua Santa demuestran lo que se puede lograr con la ciencia y el apoyo de las instituciones correspondientes.

Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos
¿Qué necesitamos? Más gente como Amnerys y Raudel, gente emprendedora, capaz de vincularse a este empeño y acometer la creación de otras muchas minindustrias, agroecológicas y turísticas.