Gran indignación causa en el maestro Frank País García la masacre contra los protagonistas del asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de Julio de 1953.
Tres días después escribe a su amiga bautista Ruth Gaínza Fonseca, quien vive monte adentro en Sagua de Tánamo, Holguín, en lo que luego resulta el Segundo Frente Oriental Frank País:
“(…) A mí me da una rabia y un sentimiento, y te digo que esa mañana salí con un grupo buscando armas y si las hubiera encontrado a estas horas estaría yo también peleando con ellos. Me da muchísimo dolor que los estén asesinando así y yo con los brazos cruzados, viviendo cómodo en mi casa, es como para desesperar a cualquiera…”.
Recorre la ciudad en busca de sobrevivientes para ayudarlos. Con el fin de rescatar a los Moncadistas presos en la cárcel de Boniato
elabora un plan, pero desiste por no contar con los recursos necesarios.
País García posee capacidad para el mando. Muchas personas que lo conocen, como Vilma Espín Guillois, dicen que le gusta meditar, el dibujo, tocar el piano y cantar; prefiere la obra de José Martí.
A finales de 1954 funda el movimiento Acción Revolucionaria Oriental para luchar contra la tiranía de Fulgencio Batista; luego lo transforma en Acción Nacional Revolucionaria al incorporarse los camagüeyanos y, por último, lo suma al Movimiento 26 de Julio.
En su visita a México conoce a Fidel y acuerdan el Levantamiento Armado de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956, para facilitar el desembarco de los 82 expedicionarios del yate Granma por Las Coloradas y la acción principal es el cerco a la fortaleza militar para neutralizar a la tropa enemiga y hacerse de las armas.
Esa madrugada la ciudad estalla en metralla a cargo de imberbes combatientes que pasan en los autos y visten el uniforme verde olivo y el brazalete rojo y negro, al tiempo que gritan: “¡Abajo Batista!” “¡Viva Cuba libre!”
Al nacer el Ejército Rebelde y en su condición de Jefe Nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, Frank envía refuerzo con más de medio centenar de combatientes, armas, ropa y otros pertrechos. Así deviene –junto a Celia Sánchez Manduley– en puntal de respaldo a la guerrilla en la Sierra Maestra, en sus comienzos.
Fidel en las montañas y Frank en el llano son las dos máximas figuras de la Revolución hasta la caída del último en su ciudad natal el 30 de julio de 1957, a los 23 años, a solo un mes de la muerte de su hermano menor Josué, al ser Frank acribillado a balazos junto a su compañero de lucha Raúl Pujol Arencibia por las hordas batistianas debido a una delación.
Por los caprichos de la historia, al cabo del año de su muerte, ofrenda su vida en combate, –el 30 de julio de 1958– el Comandante del Ejército Rebelde René Ramos Latour (Daniel), quien sustituye al jefe clandestino en la jefatura nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio.
No son solo Frank, Raúl y René los fallecidos un 30 de julio. Esta fecha es símbolo de nuestro martirologio. Caen también en combate el general de brigada del Ejército Libertador Juan Bruno Zayas Alfonso, en 1896; otro 30 de julio, pero de 1967, perdía su vida otro revolucionario cubano: el capitán José María Martínez Tamayo. Su deceso ocurre en Bolivia, cuando forma parte de la guerrilla internacionalista del Comandante Ernesto Guevara de La Serna (Che) y realiza su intensa acción con los seudónimos de Papi, Ricardo, Mbili y Chinchu.
Por estos hombres que marcaron un día para la historia y derramaron su sangre redentora por la Patria se instituye el 30 de julio como Día de los Mártires de la Revolución Cubana. Ellos y otros combatientes constituyen el mejor legado para las nuevas generaciones, las cuales, junto al pueblo, cada 30 de julio ofrecen un perenne tributo de recordación.
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