El hermanamiento salvador de los aniristas

A la salida del poblado La Fe, por la carretera rumbo al sur, está la UEB Lácteo Cristóbal Labra, extensa construcción fabril sin pretensiones arquitectónicas e instalaciones en el orden más práctico para preservar las distintas líneas productivas y su equipamiento.

Allí, como receta obligada por tanto bloqueo, se aloja un Frankenstein mecánico: “… tecnología brasileña en las máquinas de envasado; rusa antigua en la pasteurizadora; argentina en los helados; y de otras procedencias también… aunque en menor cuantía”.

Quien me ilustra es ingeniero químico, Roberto Labañino Ramos, tiene apenas 33 años y unas ganas enormes de hacer, pero se las ve grises todos los días: el gigantesco engendro –con tantos implantes y remiendos– lo tiende a sorprender con las más imprevisibles negativas.

Hoy lo encuentro con un churrete de grasa y tizne sobre la mejilla, mecaneando un motor. Como director de esta UEB, hacer de mecánico no entra en su contenido de trabajo, pero… ese carro tiene que salir hoy, y va a salir; él es así. Lo he comprobado en otras ocasiones.

“Mi carro no va a montar en zancos por falta de gestión o inventiva”, asegura Carlos Enrique
Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

NO SOY DE LOS VERDADEROS INNOVADORES

Carlos Enrique Pérez Reyes es chofer del estropeado jeep a cargo de las carreras que imponen las diferentes situaciones de emergencia. Antes manejaba la guagua del Joven Club, y no lleva mucho tiempo en el Combinado Lácteo, mas ya se siente tan a gusto como el más viejo integrante del colectivo. “Nunca sientes como si el problema fuera solo tuyo –argumenta–, Labañino siempre está al lado, embarrándose en grasa como el primero. Y eso… se agradece”.

Carlos Enrique es de pocas palabras, apenas las suficientes para hacerme entender que “…no tenemos la posibilidad de salir del centro, pero hay atención al hombre. La merienda y el almuerzo están bien, a  veces mejor que en la casa. Aunque los más viejos extrañan cuando había área de autoabastecimiento y cochiquera propia. Se nos vende yogur de soya, helado y cualquier otra cosa según la disponibilidad, a precio de producción”.

Piensa un momento y agrega: “Todavía no soy de los verdaderos innovadores, pero estoy haciendo lo mío. Y a mi carro lo conozco, mientras lo maneje andará renqueando, pero nadie me lo va a montar en zancos por falta de gestión o iniciativa”.

SIEMPRE UNA JORNADA IMPREVISIBLE

Dentro de un colectivo de 90 trabajadores, los 27 mosqueteros de la Asociación Nacional de Inventores y Racionalizadores (Anir) constituyen motor suficiente para mantener la vitalidad productiva.

“Sabemos la hora de entrada, pero no cuando vamos a terminar la jornada”, apunta Caboverde
Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Los preside Luis Ramón Caboverde Ramírez, quien comparte su premisa de combate: “Los lecheros… sabemos la hora de entrada, pero no cuando nuestra jornada va a terminar”.

Hacen mantenimientos continuos, sin embargo nunca como estipulan los fabricantes: sustituyendo una pieza por otra nueva. Hay que innovar sobre lo inventado, lograr optimizaciones que ni se le ocurrieron al proyectista, actualizar tecnologías, mejorar y mejorar siempre; y lo más importante, con lo que esté a mano, lo nacional. Ayuda mucho, según comenta, su vínculo con torneros particulares o estatales, innovadores de otros colectivos del territorio.

“Estamos en mejores condiciones gracias a nuestros aniristas”, asevera el director
Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Los aniristas del Lácteo, en hermanamiento solidario, reciben y dan ayuda.

Técnicos de la Unión Eléctrica le pusieron a punto los circuitos eléctricos de los dos compresores fuera de servicio –cuentan con solo tres–, imprescindibles porque muchas máquinas dependen de la presión neumática. Ahora un especialista del Lácteo, fuera de su centro, recupera los controles eléctricos de “la gallina mecánica”, encargada de empollar los huevos en la incubadora de aves, establecimiento clave para el fomento de gallinas, pavos y codornices en el territorio.

“Nuestros aniristas tienen experiencia, son muchos años de machacar hierros viejos. Hoy todas las líneas están en producción y de afuera no hemos recibido ni un tornillo”.

Responden a un reclamo vital, dar a la población tanto alimento como sea posible; limitado solo por la disponibilidad de materias primas.

Quienes hacen posible tales logros reciben el reconocimiento de su propio colectivo, en primer lugar. El organismo superior también les toma en cuenta, “hace pocos días estuvo por acá el presidente municipal de la Anir. Buscaba los trabajos realizados durante el año para tramitar su merecida estimulación y retribución económica”.

Este octubre transcurre el homenaje a los innovadores destacados  al calor del tributo al Comandante Ernesto Guevara, impulsor de este movimiento que mucho contribuye a enfrentar el bloqueo imperialista.

“No se están preparando los relevos”, alerta Ramón Chapé
Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

LO QUE PODRÍA ANDAR MEJOR

“Echo de menos a los estudiantes de politécnico –lamenta Ramón Chapé Campos, obrero con 30 años de experiencia pegado a las varillas de soldar–. Dejaron de venir cuando comenzó la covid 19. Entre ellos tuve alumnos muy buenos, aprendieron conmigo y se hicieron soldadores, especialidad siempre en falta y que no está preparando su relevo”.

“Cada circuito tiene su magia”, afirma Rodolfo Antonio
Foto: Wiltse Javier Peña Hijuelos

Rodolfo Antonio Martínez Peña es allí el único electricista de mantenimiento y tiene 76 años de edad; los últimos 22 años en el Combinado Lácteo. Él se queja de lo mismo: no se está preparando a nadie para ocupar su lugar. “Cada circuito tiene su encanto, su magia. No basta ser técnico, hay que conocer por dónde le entra el agua al coco, como se dice. Y eso es cuanto quisiera, trasmitir mis experiencias, los trucos del oficio y cómo prevenirse de los riesgos porque la electricidad es… ¡la electricidad!

“A comienzos de los ’90, con una sola tecnología, rusa, y relativamente nueva –resume el director de la UEB Lácteo–, hubo aquí hasta 60 motores quemados. Si lo comparamos con la actualidad, tener varias tecnologías resulta nuestra mayor fortaleza. Mucho hemos aprendido desde entonces. Con confianza puedo decirlo: estamos en condiciones mejores gracias a nuestros innovadores y racionalizadores”.

Otros artículos del autor:

Isla de la Juventud
Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *