Hay días grises y otros llenos de color. Para algunos pineros, llegar a sus centros laborales se torna complejo. Y en medio de ese trayecto el cerebro enumera varias interrogantes: “¿Qué cocino hoy? ¿En qué tiempo lavo? ¿Habrá mucha cola?” Cuestiones cotidianas que se suman a las altas y bajas emocionales. Todo esto conforma la actitud ante la vida y es personal la decisión de dejar que ello afecte nuestro rendimiento.
Lo que se “carga” empaña el actuar de muchos funcionarios. Una reunión que no solucionó las dificultades de la empresa, la presión de no cumplir planes productivos…, dirigir, servir al pueblo está cargado de matices. ¿Qué de relevante tiene esto?
La respuesta es que si algo debe caracterizar a los directivos de entidades y funcionarios de atención a la población –vamos a enfocarnos en los que se desempeñan dentro del municipio–, son la empatía, paciencia y solidaridad.
De nada sirve que en materia de comunicación existan varias líneas si el canal establecido entre emisores y receptores –población y jefes o responsables– se rompe cuando el último no muestra interés en responder.
Estas “cotidianidades” se suman a lo engorroso de la burocracia e incluso a errores en ciertos procesos, lo que genera no pocos sinsabores. Sin contar que hacen de emprender una gestión o esclarecer dudas una tarea titánica contra los horarios, la desinformación y las excusas.
Hay sectores complejos a los cuales se acude con frecuencia: Vivienda, el Instituto de Ordenamiento Territorial y Urbanístico, Oficoda, Comercio, la Oficina del Gas, Salud y muchos otros.
Pudiera decir con certeza que en más de una ocasión nos hemos topado con malas caras y actitudes que, lejos de ayudar, confunden y crean un ambiente desfavorable sobre la imagen de determinada entidad.
Sin ser reiterativos, los directivos que están al pie del cañón o aquellos detrás del buró de una oficina, no pueden olvidar que a gestionar van madres con bebés en brazos, adultos mayores, incluso personas con afecciones de salud, y allí están, aguardando respuestas.
Urge no dejar que la insensibilidad o la falta de comunicación se multipliquen, pues responder ante el pueblo es un deber, ya sea mediante una llamada, correo o trámite bien hecho. Con los buenos días, la sonrisa, la mano en el hombro, el aliento ante las vicisitudes que atraviesa el pueblo en su día a día.
En nuestra opinión, una información adecuada y en tiempo es una forma de brindar un buen servicio. Vivimos momentos en los que se necesita de la unidad, donde se requiere mucho contacto con el pueblo, hablar, escuchar y responder.
Es simple, se deben perfeccionar las maneras en que hoy las autoridades se vinculan con el pueblo para seguir construyendo la Isla que amamos. Además, habla mucho de la confianza depositada en quienes por sus méritos manejan recursos y estrategias.
Finalizamos esta reflexión como comenzamos, ¿quiénes no “cargan” con preocupaciones diarias? La diferencia radica en la misión tan vital de nuestros funcionarios, de gestionar, responder, escuchar, en organizar toda una estructura para que el cliente/usuario o sencillamente, ciudadano, no se sienta desamparado.
Si vamos más allá, quienes representan al pueblo en un cargo de dirección, cuando firmaron el Código de Ética de los Cuadros de la Revolución Cubana se comprometieron a mantener una profunda sensibilidad humana, inquietud revolucionaria, apego a la legalidad y claro sentido del deber.
Urge desterrar actitudes dañinas como el espíritu justificativo, la inacción frente a las dificultades, los errores y la ausencia de iniciativas. Vincularse con los trabajadores y el pueblo, demostrar respeto y confianza en ellos, así como sensibilidad para percibir sus sentimientos, necesidades y opiniones, es a veces la parte más complicada de estar de cara al público. En ese departamento, nuestros directivos y funcionarios deben también ser ejemplo.
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En nuestro país existen administradores del estado tomando decisiones en diferentes niveles; muchas veces son personas que no reúnen los requisitos adecuados, no tienen conocimientos técnicos de lo que están dirigiendo, se basan en métodos autoritarios, no escuchan ni ponen en prácticas los criterios de personas con conocimientos y experiencia y maltratan a estas personas, violan normas básicas del trabajo en equipo, en fin, son impositivos y autoritarios y por ende crean desaliento, desmotivación e indiferencia. Muchas veces el primer requisito que se tiene en cuenta es solo el hecho de si la persona es mimbro del partido y que haya participado en un determinado número de tareas de cualquier índole, lo cual no significa precisamente que sea alguien comprometido y sensibilizado o la persona idónea para hacer frente y encaminar la soluciones a un determinado problema. Para enrumbar cualquier sector de la sociedad y la economía, no basta tener méritos en cualquiera cosa, hace falta tener determinadas aptitudes en correspondencia con lo que se va a dirigir, deben ser receptivos, saber escuchar, observar lo legislado y no asumir aptitudes de prepotencia e indolencia. Se suele cometer muy a menudo esta terrible falta que hace mucho daño y se incurre en errores por una política de cuadros incorrecta que se ha seguido durante tantos años y al parecer nunca le van a poner fin.