Con los etíopes en la Casa de la Amistad

Fotos: Tomadas del Facebook institucional del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos

Cinco años les llevó concretar este regreso a su infancia o adolescencia. La covid 19 se les interpuso incluso, pero al fin un grupo –alrededor de cincuenta– exalumnos etíopes y sus familiares llegaron a nuestra Isla, su Isla.

Fotos: Tomadas del Facebook institucional del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos

Con ellos nos encontramos en la Casa de la Amistad, de Nueva Gerona. Y entre estos vino uno del primer grupo, de aquellos que arribaron en 1978 y fueron mis alumnos en la Esbec Batalla de Karramarra. Por él supe del mayor Mulugueta Hagos, quien combatiera junto a los cubanos contra la agresión somalí y fuera aquí su primer representante. Mulugueta, al cual muchas veces serví de intérprete, ya es fallecido; como lo son también los profesores Fekade, Bekele e Ibrahim, mis compañeros en la labor docente-educativa. Allí la esperanza de vida no alcanza a los 70 años…

Uno de los alumnos que arribara con el cuarto grupo, siendo todavía muy pequeño, y luego graduado como ingeniero en la Cujae, expresó metafóricamente: “Ustedes nos acogieron… con biberones”.

Otro dijo: “En cada uno de nosotros hay un ADN criollo: nos identifica en cualquier parte del mundo, somos etíopes-cubanos.

“Ustedes fueron profesores, madres, padres, hermanos… nuestra familia eran ustedes”, escuchamos de una arquitecta aquí formada.

El médico coordinador de este regreso a los orígenes –quien ahora reside en España– expresó: “…en la Habana terminé los estudios que empezara en esta Isla. Y si algo me distingue ahora es ser un médico formado en Cuba, ese que pone por encima de todo ser científico y sobre todo humano”.

Todos agradecían su formación a Fidel y a Cuba.

Mala impresión les causó, sin embargo, el estado actual de las plantaciones de cítricos y escuelas donde estudiaran. Y en esto, justamente, quiero detenerme. Iban ya de regreso, estábamos en su despedida, y se iban mal informados. Nadie, de quienes estuvieran a cargo de su atención, les había explicado convincentemente las razones de tanto “abandono”.

Tomé la palabra. Al producirse el derrumbe del campo socialista –dije–  nos quedamos sin nadie que comprara nuestros cítricos. Entramos en período especial, se detuvo la entrada de estudiantes y poco a poco las escuelas –según se iban graduando sus alumnos– fueron quedando vacías.

Pasaron varios ciclones, uno de ellos el Gustav, de enorme fuerza destructiva, el cual arrasó hasta con las cinco escuelas latinoamericanas de medicina que habíamos logrado habilitar después, en un esfuerzo supremo. Y las plantaciones, entonces a cargo de un consorcio chileno, en manos de un israelí, fueron “extrañamente” contaminadas con el virus de la tristeza de los cítricos. Las plantaciones de la toronja pinera –antes sin competencia en el mercado internacional– murieron y la tierra quedó contaminada para muchos años.

Aquel frondoso jardín, por tal motivo, desapareció y está ahora inundado de marabú. Una invasora tenaz que resiste a la enfermedad, descontamina la tierra, forma nuevos suelos y sirve de bosque energético por la dureza de su madera, cuyo carbón tiene buena salida como rublo exportable.

Y en cuanto a las escuelas –después de reciclar cuantos componentes nos fue posible tras el paso de los ciclones– están siendo convertidas en comunidades agrícolas. Un proceso lento porque no disponemos de recursos para andar más rápido.

Cuando terminé mis palabras, hubo un largo aplauso cerrado. La mala impresión que les causara lo visto, quedaba anulada: sus escuelas, sus plantaciones de toronjas, aquellas que amaran en su infancia, no estaban, definitivamente, abandonadas ni desatendidas por los cubanos.

Cuanto llevo referido no se debe descuidar por los encargados de recibir y atender a quienes nos visitan, sean o no exestudiantes de las escuelas internacionalistas. Tenemos la obligación de explicar y volver a explicar tantas veces como sea necesario. Nadie debe regresar a su país –luego de visitarnos–  llevándose criterios negativos formados a priori, a partir de impresiones personales fundadas fuera de contexto.

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One Reply to “Con los etíopes en la Casa de la Amistad

  1. Gracias Maestro wiltse Javier Peña por las explicaciones que nos dio sobre el sabotaje de los cítricos en nuestra querida isla de la juventud, cuando yo estaba muy decepcionado por dejadez de los cítricos. También me gustaría agradecer a los responsables del ICAP Doña Marlen y el director Montalvo y el resto del grupo del icap que han hecho posible este encuentro. Recalcó nuestro ADN criollo sigue siendo ETIO-CUBANOS.

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