Capital remanente capaz de catapultarnos adelante

La noticia es recurrente en la televisión actual, nuestra o extranjera: los montevideanos enfrentan una seria crisis con el abastecimiento del agua. Y se trata de la capital… uruguaya. Todo sobre el supuesto de que hubo una gran sequía en el pasado verano y las fuentes no se reabastecieron de forma suficiente.

Pero la situación no es tan así. Pineros que viven allá, y a quienes hemos consultado, nos aproximaron a otra realidad: “La gente sale a las calles en protesta, con los pomos vacíos y carteles donde enarbolan una sola consigna: sequía no, saqueo”.

La razón está en las grandes corporaciones que monopolizan y explotan las aguas subterráneas con destino a la exportación. Para sus conciudadanos, los de Montevideo, dejan las del río Guaraní; tan inferiores en calidad que es preciso tratarla con abundancia de aditivos químicos y, por ello, hasta se le siente, al paladar, un regusto salado.

Una verdadera “guerra del futuro” –así las denominó en su momento nuestro Comandante en Jefe– por el uso y la distribución de las aguas, esta –la uruguaya, una de las primeras– todavía en sus comienzos, no será la única.

En semejante punto, vale recordar la intervención que realizara el comandante Montané, el 17 de julio de 1991, en la reunión del secretariado nacional del Sindicato de Comercio y Gastronomía. Hizo particular hincapié en la importancia que tiene para la economía del país el agua mineral; esa que en todo alojamiento o centro gastronómico se consume bajo el denominador de agua de mesa:

“Vender una botella (…) de 500 mililitros a un dólar significa cobrar 2 000 dólares por tonelada de agua mineral. Haga usted sus propios cálculos para otros envases y precios, pero recuerde que en julio de 1991 la tonelada de gasolina sin plomo se vende a 221,50 dólares, la de nafta a 187,40, la de fuel oil regular a 63,70 y el petróleo crudo del norte de Europa no llega a 125 dólares la tonelada”.

Según la cita anterior, 32 años atrás, cada tonelada de agua mineral se vendía 16 veces más cara que la de petróleo crudo del norte de Europa. De entonces a esta fecha no solo ha llovido bastante, los precios de todos los productos se encarecieron hasta niveles nunca vistos. Y también el agua mineral…, en la cual los pineros somos particularmente ricos.

Tenemos el mayor percápita del país en agua embalsada y las mejores aguas de mesa de todo el hemisferio occidental, sin competencia posible.

Como si dijéramos, un tesoro inagotable que se renueva constantemente y constituye una sólida base financiera. Viene a ser nuestra moneda dura más autóctona, y debemos aprender a negociar con ella. A trocarla. No solo en producir más está la única salida a la actual inflación. La máxima dirección del Partido y Gobierno nos llaman a buscar cuantas vías sean posibles para fortalecer nuestra economía. Y en tal sentido, vale traer a primer plano la explotación de recursos que –como nuestras aguas minerales–  tienen bastante potencial remanente para catapultarnos adelante. No lo vemos como el horcón del centro en la estrategia futura del territorio porque no lo es; pero de que pueden hacer un aporte significativo… nadie lo dude.

Otros artículos del autor:

Isla de la Juventud
Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *