En solo tres días Agustín Díaz Cartaya compone el canto de combate que Fidel Castro Ruz, líder del Movimiento 26 de Julio, le encomienda.
Esa creación, que trasciende las fronteras cubanas para hacerse universal, la intitula Marcha de la Libertad y queda como nombre final: Himno del 26 de Julio.
Los revolucionarios entonces se preparan para protagonizar la audaz acción del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.
Tienen el propósito de golpear la base de sustentación de la dictadura de Fulgencio Batista y emprender el camino hacia la libertad definitiva de Cuba.
La composición, que enaltece el fervor patrio de aquellos jóvenes de la Generación del Centenario, la entonan por vez primera mientras guardan prisión en la cárcel de Boniato.
Allí, Díaz Cartaya le cambia la letra de la tercera estrofa a partir de la observación de Fidel que “recordara la sangre derramada” y sirviera de acicate para continuar la lucha, fortalecer la unidad y convertir el revés en victoria.
Luego vienen los juicios, las condenas de la Causa 37 y la prisión fecunda en Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud.
Está presente el Himno en las acciones clandestinas, combates y en episodios de heroísmo como el protagonizado por los Moncadistas en Presidio Modelo al cantarlo a viva voz.
El tirano lo escucha al caminar por detrás del salón del hospital, durante su visita al penal el 12 de febrero de 1954 para inaugurar una planta eléctrica, ubicada en la parte de atrás del recinto donde están encerrados los combatientes. Batista de la sorpresa pasa a la irá y rabioso no le queda más remedio que retirarse rápidamente del sitio.
Horas antes, Fidel se percata del movimiento inusual de los soldados y le indica a Juan Almeida Bosque subirse y vigilar a través de una pequeña ventana del pabellón, así ve el cordón de seguridad y, a partir de la información obtenida, planean llamar la atención del esbirro de la manera que lo hacen.
Al otro día del suceso, como escarmiento, los esbirros trasladan a Fidel hacia la Sala del Pabellón Uno, para una celda individual y a otros: Ramiro Valdés Menéndez, Oscar Alcalde Vals, Ernesto Adolfo Tizol Aguilera e Israel Tápanes Vento, los llevan a celdas de castigo situadas en el Pabellón Dos del mismo hospital, donde los humillan y maltratan durante 15 días.
La represalia incluye a Agustín Díaz Cartaya dado su parecido con Almeida –a quien ven asomado por la ventana– lo acusan de ser uno de los responsables: lo torturan y ultrajan por su autoría del himno que le cantan a Batista.
Posterior al triunfo de la Revolución el Himno del 26 de Julio lo traducen a varios idiomas como el ruso, inglés, francés, chino y alemán, deviene canto de multitudes y numerosos amigos de Cuba lo interpretan con todo su significado.
A 71 años de un capítulo de particular relevancia de la gesta insurreccional, las nuevas generaciones mantienen latente el enriquecimiento cultural y son acreedores de esa marcha patriótica que cada febrero interpretan en el Monumento Nacional Presidio Modelo.
Otros artículos del autor:
- None Found